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El presidente Pedro Sánchez proclamó ayer ante el Congreso que el Plan de Recuperación y Resiliencia constituye un hito histórico para la modernización de España. La recepción de 140.000 millones de euros y el impulso de un sinfín de reformas que lo posibiliten harían ... que el citado Plan fuese merecedor de tal consideración. El hecho de que los cambios estructurales en las relaciones industriales y en el desarrollo del capital humano no hayan pasado todavía de su enunciado –y de que los fondos europeos están condicionados a la presentación de proyectos solventes– hace que el Gobierno y las demás instituciones concernidas no estén todavía en condiciones de confirmar la realización del Plan de manera óptima. Sánchez puntualizó ayer que las reformas anunciadas dependen de la mejora previa de las condiciones económicas. El orden de los factores propuesto por el Gobierno va a ser, si no motivo de discusión abierta en las instituciones de la Unión, una fuente de recelos por parte de los socios más reacios a admitir la buena fe de los países beneficiarios del Next Generation. De ahí que, a pesar de no perfilar del todo el sentido de las reformas, el Gobierno no puede contentarse con la ambigua exposición de intenciones genéricas, apelando a la concertación social pendiente, en el ánimo de obtener un aprobado raspado en España y el plácet protocolario de Bruselas. Además, la perspectiva de que España posponga las reformas a la recuperación puede resultar especialmente crítico si los socios de la UE perciben un grado irracional de discrepancia partidaria en nuestro país. Ello cuando la sintonía política se halla más en manos de las formaciones representativas de lo que pueden estar la efectividad de las reformas y la pronta recuperación económica y social. La crispación del pleno parlamentario de ayer no es el mejor aval que España puede presentar para acceder a las transferencias y a los préstamos europeos, cuya financiación ha sido suscrita hasta la fecha por solo 17 de los 27. La disputa descarnada entre quienes persiguen el éxito del plan de recuperación como triunfo del socialismo gobernante y quienes preferirían un desenlace insatisfactorio para que arrecien los reproches a Sánchez conforma un escenario pernicioso. Escenario que obligará a los proyectos que se postulen para las ayudas a redoblar esfuerzos para demostrar su potencial transformador y situarse por encima de la confrontación entre siglas y de los prejuicios ideológicos.
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