Camilla, hija, yo también estoy agotado. Esto de madrugar y trabajar -lo habrás comprobado ahora- es una condena bíblica, una estafa piramidal que milagrosamente todavía funciona. El día en que alguien se dé cuenta del fraude, lo de Lehman Brothers va a ser un petardito ... de feria en comparación. Hagamos la revolución de los exhaustos, Camilla, reina mía. Levanta con orgullo nuestro pendón y olvídate de los pendones de la casa de Windsor, que solo dan canapés y quebraderos de cabeza.

Publicidad

Leo que has decidido pillarte una semanita libre, con la idea de tostarte al sol en alguna playa exótica y extranjera, con lo que probablemente -si sigues las costumbres de tu pueblo- te veamos pronto en Mallorca consumiendo sangría en dosis suicidas y haciendo 'balconing' desde un primero (tampoco hay que exagerar). Me parece bien, Camilla, pero con eso no resolvemos nada. ¡La revolución nos llama y los bolcheviques del cansancio, por mucho sueño que llevemos atrasado, debemos hacer un último esfuerzo y tomar el palacio de invierno! Qué butacones tiene que haber allí, qué somieres, qué colchones viscoelásticos.

«¿Qué es un fin de semana?», se preguntaba estupefacta la condesa viuda de Grantham en 'Downton Abbey'. Si ni las reinas pueden echarse una siestecita a media tarde, el sistema está colapsando. Esto lo ha sabido ver bien tu hijastro Harry, el más listo de todos, que de un plumazo se quitó todas las obligaciones que le habían llegado por vía espermática y decidió seguir viviendo del cuento, pero de otra manera, más personal y creativa. Yo que tú me iba con ellos a California, Camilla, aunque te coloquen a los hijos los sábados por la noche.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad