Los panes y los tanques

Los alquimistas se pasaron toda la Edad Media –y mira que fue larga– buscando la piedra filosofal sin llegar a encontrar jamás la fórmula que les permitiera convertir el hierro en oro. El único posible antecedente del milagro que hemos visto esta semana se narra en Mateo, 14, cuando Jesús dio de comer a cinco mil hombres con cinco peces y dos panes, pero hasta eso me parece un asunto menor, explicable desde la más pura racionalidad y la habilidad con los cuchillos.

Sin embargo, el pasado martes, Pedro Sánchez obró un nuevo prodigio, quizá el más sorprendente de todos los suyos: de la nada ha hecho aparecer diez mil cuatrocientos millones. Lo de menos es que ahora nos los vayamos a gastar en tanques. Una vez que hemos descubierto el sortilegio, el futuro se nos presenta muy halagüeño. ¡Se acabaron por fin las estrecheces! Los pueblos sin mesías ni fe seguirán aprobando presupuestos y recurriendo a la triste vía de las votaciones en el Parlamento mientras que a nuestro presidente, bendecido por el espíritu, los millones le empiezan a caer del cielo como a Moisés el maná. La canonización en vida tiene pocos precedentes, pero si este hombre asombroso no lo merece que venga dios y lo vea.