Nudo y desenlace

Desde el punto de vista de la narrativa, y sin descartar ulteriores golpes de efecto, el final de esta película ha sido un poco decepcionante, como si los últimos minutos de 'Misión imposible' los hubiera rodado un premiadísimo director iraní de pulso moroso y melancólico. Hay que elegir, Pedro: o se mantiene en vilo a los espectadores o se gana la Palma de Oro en Cannes, todo a la vez no puede ser.

Durante estos cinco días de abril yo imaginé otros desenlaces mucho más coherentes. Una desaparición a lo Agatha Christie, por ejemplo, con Sánchez despertándose hoy aturdido y amnésico en un hotelito de Cornualles, las sábanas revueltas y copas vacías de champán en el suelo. O que el lunes, a las once de la mañana, el presidente nos hubiera mandado, debidamente franqueada, una postal desde las playas de Copacabana con un mensajito: «Ahí os quedáis, chavales. La Bego y yo vamos a montar un chiringuito de caipiriñas». O -por qué no- anunciando en Moncloa su divorcio y posterior compromiso matrimonial con Isabel Díaz Ayuso, dos almas bellas y sufrientes, unidas por el maltrato de la canallesca.