Por fin un facha

Cogió Mariscal el micrófono y dijo: «Gracias a las redes sociales muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de reconstrucción, de progreso y de reconciliación». Tiene este apologeta del franquismo 32 años y barbas cumplidas. La frondosidad capilar se lleva mucho entre los jóvenes de Vox, no sé si por creerse campeadores de tizona y babieca o para disimular el acné y que les dejen entrar en las discotecas.

¿Qué hacemos ahora con él? Sería cruel hacerle la autopsia en vivo para examinar su cerebro. ¡Los fachas también son seres sintientes y yo sufrí mucho cuando quisieron hacerle lo mismo a ET! En su lugar, propongo encerrarlo en la Real Casa de la Moneda, protegido por una vitrina, para que nos sirva de unidad de medida estándar del facherío, de la misma manera que en París está la barra de platino iridiado que señala lo que debe medir un metro. Así, cuando alguien nos parezca facha, podremos compararlo con Mariscal y extraer conclusiones científicas. Habrá que mantenerlo, eso sí, a dieta de vídeos de TikTok. No vaya a ser que le dé por leer un libro y nos arruine el experimento.