Debo de ser el único periodista español que aún no ha entrevistado a Pedro Sánchez. Paso las noches angustiado, abismado en reflexiones tenebrosas, preguntándome por qué el presidente me desprecia de una manera tan ruidosa. ¡Pero si hasta va a salir en un 'podcast' llamado ' ... La pija y la quinqui'! ¿Qué tiene esa pija que no tenga yo? ¿Acaso cree Pedro que soy uno de esos periodistas algodonosos que festejan sus violentos cambios de opinión como las geniales visiones de un hombre irrepetible? ¿O pensará tal vez que soy un antisanchista irredento e irrecuperable, mucho peor que Alsina o que Pablo Motos, y que me voy cociendo a fuego lento en una burbuja trumpista de maldad y mentiras?

Publicidad

Peor aún: ¿es posible que Pedro Sánchez ni siquiera me conozca, con todo lo que he escrito sobre él? Esto me deja a la altura del barro como líder de opinión y compromete mi futuro. No me extrañaría que mi empresa estuviera ya buscando un sustituto con algo más de impacto. El día menos pensado se encuentran ustedes a la pija o incluso a la quinqui escribiendo en este huequito.

Yo vivía mejor cuando Pedro no daba entrevistas y solo soltaba esas homilías de cura preconciliar. Este nuevo Pedro me da miedo, sobre todo si se presenta a la entrevista con su camisa vaquera bien apretada y empieza a repetir mi nombre agotadoramente, como hace con todos los entrevistadores: Pío esto, Pío lo otro, Pío lo de más allá... Además, si le hiciera una pregunta difícil (el Sáhara, los indultos, el sí es sí, la malversación), él me miraría con esos ojos gélidos de pistolero sin remordimientos y yo no tendría más remedio que acojonarme, mientras sus turiferarios festejan en Twitter mi demolición y fatal hundimiento.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad