Me dan mucha pena los diplomáticos. Ellos están a sus canapés y a sus copas de champán, extremando los modales corteses y buscando rodeos amables en siete u ocho idiomas, y de pronto llega Milei con la motosierra y el pelucón, disparando insultos como si ... manejara un aspersor de calumnias. Las madres de antes, no demasiado diplomáticas, esto lo hubieran solucionado con un bofetón, pero ahora no se llevan los castigos físicos y Milei está muy crecidito como para pedirle a su mamá que se quite la zapatilla. ¡Dónde está el fascismo, señora Milei, cuando se le necesita!

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¿Cómo se actúa ante un fabricante de exabruptos en serie? No hay una respuesta fácil. El presidente español parece conducirse en las relaciones internacionales según el principio «a mi parienta ni la mires», que resulta muy novedoso y puede llegar a alcanzar el estatus mítico de la doctrina Monroe o de la Ostpolitik. A estas alturas, en la Escuela Diplomática ya habrán incorporado el vídeo del bofetón de Will Smith como libro de texto en Geopolítica: una cosa es que un tipo invada Ucrania, descuartice a un periodista o arrase Rafah y otra muy distinta que alguien se meta con tu chica. ¡Esa sí que es una auténtica línea roja! Hay un aire juvenil y discotequero, muy 'ramala-din-don', en este conflicto internacional.

Empezar una guerra con Argentina nos viene mal, así que yo obraría de una manera más sutil. Le haría llegar a Milei el currículum de Abascal. ¡El disgusto que se va a llevar el mesías libertario cuando compruebe que su amiguete español ha estado chupando del Estado toda su vida! Ya lo estoy oyendo gritar: «¡Calaña atornillada al poder...!» De Begoña ni se iba a acordar.

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