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El encargado del nomenclátor logroñés está que le tiembla la creatividad. Del autor de Plaza de la Diversidad (la de la fuente de Murrieta de toda la vida ) llega ahora el estreno de Puentes. En un alarde, la municipalidad ha resuelto llamarlos... por su ... nombre. Como lo leen. Así, el antes conocido como puente de hierro pasa a denominarse Puente de Hierro. Y el que era públicamente reconocido como puente de piedra, se bautiza oficialmente Puente de Piedra. Con su plaquita y su canesú. Han tenido que pasar cerca de 140 años, pero ya está y sin dolor. Lo de bautizar viaductos no ha sido el fuerte de los regidores logroñeses. A más del lapsus nominis relatado, no se antoja la mejor opción la de elegir Sagasta para el cuarto puente. Tan poco acertada que casi no se conoce logroñés que sepa ubicar en el plano tal advocación civil. En fin, puentes de Piedra y de Hierro. Una ordinariez pudiendo haberse intitulado como puentes de la Transversalidad y de la Implementación. O así.
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