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En la misma piedra
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EDITORIAL ·
El descontrolado avance del virus deja en evidencia la imprevisión de los gobiernos, que repiten errores cometidos en la ola de marzoLa primera oleada de la pandemia azotó a España con especial intensidad hasta el punto de situarla entre los países más afectados del planeta. Cabría esperar que la magnitud de la catástrofe y el cúmulo de errores cometidos –desde una tardía reacción a una improvisación continua y la falta de recursos suficientes– empujarían a las instituciones a una sincera autocrítica y a un firme propósito de enmienda para evitar despropósitos similares en el futuro. La imprevisión ante la avalancha de contagios en las últimas semanas confirma que no aprendieron la lección. Nuestro país encabeza el ranking de positivos en Europa con un crecimiento tan descontrolado como preocupante en puertas de que el inicio del curso escolar y la masiva vuelta al trabajo en septiembre eleven sustancialmente el riesgo de infecciones. Ello ha puesto de nuevo en evidencia a unas administraciones que han tropezado con la misma piedra al actuar como si ni siquiera se hubieran planteado la posibilidad de que los rebrotes anunciados para el otoño se adelantaran en el tiempo.
Ese lamentable liderazgo no es consecuencia del azar ni de una actuación más irresponsable de la ciudadanía que en otros países. Más bien hay que atribuirlo a que el proceso de desescalada ha sido desaprovechado para articular una respuesta efectiva a una situación que se veía venir. La clamorosa falta de rastreadores y las carencias tanto de la Atención Primaria como del conjunto del sistema sanitario –tensionado y con evidentes síntomas de fatiga– retratan a unas comunidades que han tomado el timón de la lucha contra el virus sin que ello haya mejorado de forma significativa la gestión realizada por el Gobierno de Pedro Sánchez durante el estado de alarma. Resulta llamativo que algunas de las que con más ardor exigieron la devolución de sus competencias clamen por una intervención centralizada. También que el Ejecutivo que ejerció con mano de hierro el mando único se lave las manos como si la responsabilidad no fuera con él a la espera de que unas autonomías desbordadas reclamen su auxilio.
La disparidad de criterios de los tribunales sobre varias medidas aprobadas frente a los rebrotes confirman la urgencia de reformas legales para darles una respuesta adecuada sin necesidad de recurrir al estado de alarma. Más que repartirse culpas, las administraciones están obligadas a anticiparse a los hechos y a una coordinación que brilla por su ausencia.
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