Mi madre me decía que yo salí de Baza pero que Baza no salió de mí. Es verdad, porque siempre encuentro relación entre la actualidad riojana y mi pueblo andaluz. Por ejemplo, el revuelo del cambio de nombre de la Biblioteca Pública de La Rioja ... me ha transportado al lugar favorito de mi infancia, la Biblioteca de Baza a secas hasta que en 2019, con motivo de su renovación, a alguien se le ocurrió bautizarla con el nombre de José Becerril Madueño. No les miento si les digo que ni yo misma sabía quien era este hombre. Me informé en la prensa de que se trataba del director del instituto de Secundaria de Baza durante la República, catedrático de Matemáticas y concejal socialista, que fue ejecutado en septiembre de 1939. A pesar de las buenas intenciones, como ustedes imaginarán ningún lector que va a sacar un libro o a hojear una revista menciona a este señor pero ahí está el homenaje, que personalmente no me parece mal.

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En Baza en esta legislatura gobierna el PP con Vox, así que no me extrañaría que cualquier día se presenten en la Biblioteca y arranquen la pequeña placa que pusieron en su memoria. Pero mejor no darles ideas.

En cuanto a la Biblioteca de La Rioja, en su día, me pareció oportunista ponerle el nombre de Almudena Grandes y recuerdo que comenté entre mis amistades que el único objetivo de los gobernantes de turno sería el de aprovechar la muerte de la escritora para hacerse una fotografía con su ilustre viudo.

Me acordé también de cuando murió Labordeta porque leí que un concejal zaragozano propuso quitar el nombre de Mozart al auditorio de música y ponerle el del popular cantante, aduciendo que el de Salzburgo no había hecho nada por Aragón.

Y es que, en esto de los nombres, el destino es muy caprichoso. Fíjense, por ejemplo, en la biblioteca del barrio Madre de Dios, que ya se la conoce como 'la Azcona'. Parece un guión del propio Azcona, que un cineasta dé nombre a una biblioteca y que la filmoteca esté en la sala Gonzalo de Berceo, el poeta riojano por excelencia. También en Madrid la casa de Lope de Vega está en la calle de Cervantes, como prueba de rivalidad eterna entre los dos grandes escritores .

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Y ni que decir tiene que nadie que va a coger un avión en Barajas se acuerda de Adolfo Suárez. Todo esto demuestra que estas cosas no se pueden forzar y que al final la gente es práctica y hace caso omiso de las ocurrencias peregrinas de los cargos públicos.

La cuestión es que no me parece adecuado que supriman el nombre de Almudena Grandes, porque parece una revancha ideológica. Pero, pese a quien le pese, sus novelas son una lección de historia y además cuentan con el favor del público.

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Quizá la escritora madrileña no reúna méritos suficientes para merecer una biblioteca pero ni el gobierno del PP ni el del PSOE se han rasgado las vestiduras porque la calle más importante de Logroño lleve el nombre de Juan Carlos I. Que a mi juicio, y dicho sea de paso, no merece tal honor.

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