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Mi nieto Miguel tiene 4 años y es un niño que se las sabe todas. Acaba de nacer su hermanito Mario y al preguntarle si estaba sorprendido él ha negado con la cabeza y me ha aclarado que el bebé tenía que salir porque no ... se podía quedar para siempre en la barriga de su mamá. Pero a mí, que soy una abuela entregada, no dejan de causarme asombro estos razonamientos y expresiones. Miguel no es una excepción, porque su amigo Luca es otro que tal baila, que tal razona. Luca ha venido a conocer al recién nacido y los dos sabían perfectamente lo que era un embarazo e incluso un parto. Se pueden ustedes imaginar la alegría que siento al comprobar la naturalidad con la que estos dos pequeños viven el alumbramiento de un ser humano. Especialmente si evoco mi época, en la que los niños éramos unos convidados de piedra a los que nos contaban que había ropa tendida o que venía la cigüeña.
Para mi nieto ha sido un gran acontecimiento verle la cara al nuevo miembro de la familia y mientras la vida vuelve a la normalidad ha venido a casa de los abuelos. Como a todos los niños de su edad le encantan los clásicos de Disney, así que le he preguntado si conocía Mary Poppins y ha respondido que no sabía decirme, porque había visto un montón de películas a lo largo de su vida. Como ustedes comprenderán me ha asomado una sonrisa a los labios. Pero entonces he recordado un reportaje sobre la memoria infantil en este mismo periódico. Resulta que a los cuatro años empiezan nuestros recuerdos, hasta esa edad lo que hemos vivido no se olvida, sino que se borra debido a la llamada amnesia infantil. Así que el chiquillo llevaba razón con la percepción sobre su vida. Lo que ignora es que a partir de ahora se inicia un nuevo tramo y que seguramente grabara en su mente la llegada de su hermano e incluso la visita y el entusiasmo de su amigo Luca. Menos mal que antes de ponerle el filme citado he indagado y he descubierto que, según algunas fuentes, esta cinta no es recomendable por su contenido racista. Reconozco que he olvidado este aspecto de la historia de la famosa niñera, así que la veré de nuevo antes de compartirla con Miguel para no meter la pata. Ya que estoy completamente de acuerdo con los valores inclusivos.
Me parece bien que seamos exigentes con el cine y con la cultura en general y que evitemos que se transmitan estereotipos racistas, pero me llama la atención que esa misma sociedad que advierte sobre los peligros de una simple película no se inmute cuando Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, afirma que los emigrantes no son personas. Unas declaraciones que han pasado desapercibidas y que no producirán consecuencias legales ni morales. Incluso puede que lo vuelvan a elegir como candidato a la presidencia. Es como si el mundo en que vivimos padeciera amnesia social con los errores y delitos de los ricos y poderosos.
El caso es que con tanto esmero en su educación estoy segura de que los niños y niñas como Miguel, Luca o el recién llegado Mario no pensarán como este siniestro personaje. También estoy segura de que cuando sean mayores defenderán que todos y todas tenemos los mismos derechos independientemente, y dicho sea de paso, del lugar en que se nazca.
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