El lunes fue un día de alegría y celebración tras recibir una noticia tan inesperada y enterarnos de que nuestros compañeros Jorge y Pablo no iban a entrar en prisión. Han sido horas de efusión y de lágrimas de felicidad, hemos dado saltos de alegría ... y aún seguimos con el júbilo en el cuerpo. Jorge ha sido totalmente absuelto y Pablo no entrará a la cárcel al recibir una condena de un año. Este 'detalle' nos hace poner los pies en el suelo; que la sentencia sobre los hechos de la huelga general del 14 de noviembre de 2012 –el famoso 'No caso'– mantenga una acusación contra Pablo por atentado a la autoridad no es para pasar página. Máxime cuando, a partir los vídeos que inmortalizan los hechos en que se basa el cargo –el momento en que Pablo, portando una pancarta de cartulina, va a ser detenido–, no se evidencia ninguna agresión de la que, por otra parte, tampoco se constata ningún tipo de lesiones.
Pero el regusto amargo no deriva únicamente de esta sensación de que el sistema no podía reconocer que se había equivocado, que los cargos policiales al mando del operativo del 14N habían creado un caso –aplaudido por representantes políticos y patronales– desde la nada más absoluta. No. Hablamos del dolor de unas familias que durante siete años y medio han peleado como jabatas defendiendo la inocencia de Jorge y Pablo; de la paciencia y el tino con que los letrados de la defensa han tenido que llevar la causa; del esfuerzo desinteresado de las organizaciones y colectivos que, más allá de las siglas, se unieron en la Plataforma Stop Represión para luchar incansablemente por la inocencia de Jorge y Pablo; de la solidaridad de toda la gente que les ha apoyado y ha participado en las concentraciones y manifestaciones, que ha firmado en las hojas de apoyo, que ha compartido los textos de denuncia. Hablamos, sobre todo, de dos vidas que han pendido de un hilo todo este tiempo. Y lo que queda todavía hasta demostrar, al igual que se ha demostrado la de Jorge, la completa inocencia de Pablo.
En CNT no hemos dudado desde el inicio en que este era un golpe –otro más de los muchos que se venían produciendo en diferentes zonas del Estado– contra el derecho fundamental que recoge la Constitución Española en su artículo 28.2, el derecho a la huelga. En una situación realmente explosiva con la reforma laboral aprobada en 2012, se pretendía coaccionar a los sindicatos mediante la criminalización de los piquetes. Era además en nuestro caso particular, una forma de que la CNT volcara todas sus energías en la defensa de sus afiliados, en vez de dedicarse a defender los intereses del conjunto de la clase trabajadora. Desde luego que no lo pusieron fácil, pero afortunadamente somos un sindicato –una confederación de sindicatos en realidad– más grande y más querido de lo que pensaban.
El regusto amargo no deriva de la sensación de que el sistema no podía reconocer que se había equivocado, sino del dolor de unas familias durante siete años
Dado que se nos puso a prueba, dudando del proceder de nuestros compañeros, creemos que ha llegado la hora de que los responsables de aquel desaguisado que fue la intervención policial tras el mitin de cierre de la manifestación del 14N den explicaciones: por qué y para qué. Quizás, si tienen problemas en responder a las preguntas, puedan ser auxiliados por aquellos que, desde la Delegación de Gobierno, la Comunidad Autónoma o el Ayuntamiento de Logroño, aprobaron la actuación. Nos deben una explicación, no solo al sindicato, sino a la ciudadanía logroñesa en general. No olvidemos que las cargas de aquel día podían haber tenido consecuencias dramáticas para un contingente humano repleto de mayores y pequeños.
Mientras esperamos dichas respuestas, seguiremos luchando por el reconocimiento de la completa inocencia de nuestros compañeros, tal como la hemos defendido desde el minuto uno y hasta corroborar finalmente que ninguno de los infundios de los que se les ha acusado ha podido ser demostrado, al tiempo que continuaremos luchando porque los derechos de la clase trabajadora sean respetados.
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