Persona de tu tiempo
LA PLAZUELA PERDIDA ·
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LA PLAZUELA PERDIDA ·
Aunque parece una evidencia que todos somos «personas de nuestro tiempo», no siempre es exactamente así. Menos aún en esta época en que los años ... de una vida conllevan unos cambios sociales tan espectaculares que las décadas no se parecen demasiado unas a otras, desde el punto de vista de los usos y costumbres. Cuando antes se decía: «Fulano es un hombre de su tiempo», sonaba a alabanza y lo era, pero ahora, ¿qué es ser una persona de tu tiempo? Tal vez que te gusten las modas y usanzas, cambiantes en cada momento; me temo que entonces no hay muchos de esos.
Me llamaban mucho la atención, cuando yo navegaba por la cuarentena, aquellos coetáneos míos que se comportaban como si tuvieran veinte años. ¿Era eso ser «de su tiempo»? O, por el contrario, lo es que te gusten los juegos de tu niñez o la música de tu juventud. Si ser «persona de tu tiempo» implica adaptarte a todas las modas y novedades con ilusión, puedes intentarlo una década, pero inevitablemente acabarás diciendo que eso ya no es lo tuyo, reconocerás que tu tiempo ha pasado y que en el actual has de sobrevivir.
Voy a poner unos ejemplos de que este tiempo ya no es el mío. Aunque he sido un cinéfilo empedernido, la inmensa mayoría de las películas actuales, especialmente las españolas, no me gustan –su humor me parece grosero e interpreto su lenguaje coloquial, por no decir soez, como falta de talento en el guionista, ¡cómo se echa de menos a Rafael Azcona, de quien guardo unas cartas cariñosísimas!–. Odio el rap, el reggaeton y la música eurovisiva, pero me sigue gustando el rock británico de mi juventud y, claro, siempre quedan 'El concierto Emperador', 'Las cuatro Estaciones', etc. Y los actuales humoristas no me hacen ninguna gracia, al contrario que Gila o Tip y Coll. Otro aldabonazo de que mi tiempo pasó, lo recibí el otro día al intentar comprar unas camisetas. Recorrí casi todas las modernas y grandes tiendas de la Gran Vía y aledaños, cierto es que en hora punta, y no conseguí que me atendieran. Eran tiendas de ropa de todo tipo, pero solo vi dependientas en las cajas y, como mucho, te indicaban la zona por donde debías de buscar. Aburrido de mirar y no encontrar, me fui con esa sensación de vejez abrumadora y de que, efectivamente, estos tiempos ya no eran los míos, hasta que, en una pequeña tienda, una señora madura me atendió y me reconcilió con el comercio. Sin duda, el hecho que me confirmó que, para mí, cualquier tiempo pasado fue mejor, ocurrió con un grupo de adolescentes, que caminaban juntos y, en vez de hablar, escribían cosas en los móviles que todos iban mirando. Sí, un absoluto sinsentido. Claro que la vida también puede ser agradable, por ejemplo, cenando los sábados en la bodega con los amigos. Que sí son personas de su tiempo. Y del mío.
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