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Buen zafarrancho el que se generó la semana pasada a cuenta de unas declaraciones del gurú económico del PP sobre las pensiones. Daniel Lacalle no descubrió América. Simplemente lanzó una reflexión más sobre un tema del que ya vienen advirtiendo otros muchos expertos desde hace ... dos años: en menos de 20 años se jubilará la generación del 'baby boom' y sus pensiones tendrán que ser soportadas por los trabajadores nacidos con el cambio de siglo, un período gélido en términos demográficos. Así que más vale ir dotándose de mecanismos complementarios que permitan a los futuros jubilados disfrutar de un retiro digno.
El sistema público de pensiones no desaparecerá, pero será incapaz de mantener el poder adquisitivo de los futuros jubilados. El empleo no podrá financiar ni el 60% del gasto en pensiones. Ahí está el recorte al que se refería Lacalle como otros que le precedieron, entre ellos el Banco de España. Por lo tanto, lo que hay que pensar es a través de qué recursos se consigue sostener el 40% del gasto restante. Y sólo hay tres formas: reducir gastos (lo que se antoja imposible con una esperanza de vida cada vez más grande), aumentar impuestos (peligroso, dado que al reducir la capacidad económica de los trabajadores el consumo se retraería) o explorar alternativas como la llamada 'mochila', un sistema híbrido a caballo entre el reparto, el sistema vigente en España, y la capitalización, que ya funciona en Austria, Suecia, Polonia o Letonia. Un ahorro que no se destina a pagar las prestaciones de otras personas sino que va a una cuenta individual. Ese es el debate. Poner bridas para dominar un sistema desbocado.
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