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Unos 30.000 alemanes, activistas antivacunas, miembros de la extrema derecha –el partido AfD representa hoy a los neonazis— y partidarios de la teoría de la conspiración se reunieron el sábado junto a la puerta de Brandeburgo bajo el engañoso lema 'Festival de libertad y ... paz' y deambularon por Berlín con consignas antigubernamentales y protestas por las medidas de prevención frente al coronavirus. Por supuesto, los congregados no portaban mascarilla ni guardaban la distancia de seguridad. Hubo cientos de detenciones. Lo más inquietante es que un nutrido grupo de miembros de esta alianza radical, en que los herederos del nazismo se unen con los negacionistas para atacar al régimen democrático, realizó un amago de asalto al Parlamento alemán. Este hecho ha indignado a las fuerzas vivas del país, y el propio presidente Frank-Walter Steinmeier denunció que los hechos suponen un ataque al «corazón de la democracia». Este curioso vínculo entre enemigos del parlamentarismo forma un explosivo conglomerado frente al que los demócratas tenemos pleno derecho a defendernos. La democracia y la propia vida no pueden someterse a este influjo perturbador.
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