Peligro de tercera guerra mundial
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La UE ha de redoblar esfuerzos para corresponder a la entrega de los ucranianos e impedir que Europa se convierta en patio trasero de RusiaLa invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin el 24 de febrero está haciendo realidad los peores augurios, en una apuesta deliberada del Kremlin que las sociedades informadas corren el riesgo de acabar contemplando como algo lógico. Todo sobre la base de que los rusos ... tendrían derecho a resarcirse por la fuerza de un atropello de cien años en el que habrían confluido la dejadez autodeterminista de Lenin, las componendas a las que claudicó Stalin tras la Segunda Guerra Mundial, el colapso patrio de Brézhnev, la ligereza de Gorbachov y el mandato errático de Yeltsin que dio el relevo al mismísimo Putin. Un Putin ungido tras dos décadas de poder absoluto para revertir el curso de la Historia. La flagrante vulneración del Derecho Internacional al tratar de liquidar un país soberano –Ucrania– tiene su cruel corolario en la sistemática violación de las 'leyes de la guerra' con ataques contra la población civil o sus recursos de subsistencia y la negativa a establecer corredores humanitarios de doble sentido. La violencia se instaura por acumulación, a partir de que lo impensable ayer se hace realidad hoy amenazando con algo peor para mañana. Una vez que la capacidad de disuasión se remite a la contabilidad de artefactos nucleares a disposición del agresor, la desalmada guerra desatada para someter a los ucranianos adquiere otra dimensión. Zelenski y Kuleba llevan razón cuando advierten de que para impedir una Tercera Guerra Mundial es imprescindible parar los pies a Putin a tiempo. A no ser que las democracias liberales, a un lado y otro del Atlántico, prefieran eludir el desafío que Moscú ha lanzado en la presunción de que Pekín dará cobertura a las temeridades encadenadas por Putin en su huida hacia adelante.
El conflicto desatado por el Kremlin no necesita mediadores, sino persuasores. Porque ni siquiera un argumento de interés puede jugar a la equidistancia en la delirante geopolítica a la que se aferra Vladimir Putin. Ni siquiera un motivo de oportunidad a corto plazo puede dar chance a la razón de la fuerza que esgrime con cada bombardeo la Rusia autócrata, hasta equiparar el alistamiento de combatientes sirios para doblegar la dignidad de los ucranios con la afluencia de voluntarios extranjeros dispuestos a secundar su resistencia. Junto a la cuarta ronda de sanciones, la UE ha de redoblar esfuerzos para corresponder a la entrega de los ucranianos por impedir que Europa se convierta en patio trasero de la Rusia de Putin.
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