Sheyla Gutiérrez es una de las ciclistas riojanas de referencia. Tiene pocos años, corre en un equipo de primer nivel y aspira a participar en las Olimpiadas. Para lograr esa meta y prepararse a fondo ha ganado el derecho a una beca del Ayuntamiento de ... Logroño de 4.000 euros. Sheyla ha dicho que muchas gracias, pero no. La ha rechazado con discreción y un argumento que enaltece su decisión. La crisis es demoledora y ahora priman otras prioridades. «Hay personas que lo necesitan más», ha declarado sólo al ser preguntada. Al mismo tiempo que se enfundaba el maillot y salía a entrenar sabiendo que llegar a Tokio le será un poco más arduo, el consejero de Hacienda confirmaba que el Gobierno riojano será uno de los pocos que aplicará a sus altos cargos y el personal de confianza el alza salarial legal correspondiente a este ejercicio. En otras comunidades han decidido congelar las nóminas, pero aquí no ocurrirá. O tal vez sí. Celso González sostiene que hay mucha demagogia (sic) con este asunto, pero que si el Ejecutivo regional se queda solo en su postura inicial, no aplicará la subida estimada en apenas el 0,9%. Su razonamiento contiene una contradicción intrínseca. Si al final cede a lo que la sociedad riojana entiende que deben asumir sus mandatarios mientras proliferan los ERTE y restricciones, su gesto no será creíble. Por poco que sea el recorte o por mucho que a Sheyla le suponga su particular renuncia. El Ejecutivo peca de insinceridad y su iniciativa nacerá inerme. Tal vez nuestros políticos deban aprender a pedalear. O quizá Sheyla deba sentarse un día en el Consejo de Gobierno.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad