Patriotismo con gas
Al cortarnos el gas, Putin nos pone frente al espejo de nuestra impotencia y cobardía
Juan Francisco Ferré
Martes, 6 de septiembre 2022, 00:09
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Juan Francisco Ferré
Martes, 6 de septiembre 2022, 00:09
La globalización es la mejor escuela de patriotismo. Estás contra ella, hazte patriota. Quieres afirmarte en el espacio global, hazte nacionalista. El patriotismo es la ideología del pícaro que busca lucrarse bajo una bandera nacional de marca. El nacionalismo es el ingrediente estrella de los ... cócteles del presente. Parece mentira. El problema del nacionalismo no se resuelve con la globalización. Al contrario, se agrava hasta extremos peligrosos. Al humano le tira la tribu por atavismo y la patria por ignorancia.
Viendo cómo está Rusia, da terror pensar en lo que significan patriotismo y nacionalismo en el siglo XXI. Los oligarcas rusos lo saben y se suicidan en masa. Putin ha decidido redimir a su país reescribiendo la historia. Quien pretende controlar el presente y el futuro aspira a transformar el pasado a su gusto. Putin es un ejemplo de manual escolar. Ha creado una asignatura nueva para insuflar propaganda patriótica en el alma ingenua de los niños rusos, viciada por los videojuegos.
Putin no fue al funeral de Gorbachov porque lo culpa de favorecer la ruina de la URSS. El gran error de Gorbachov fue liberalizar la política y mantener la economía planificada, abriendo la puerta al capitalismo salvaje y las mafias feroces. Para salvarse de la debacle del gigante soviético, las pequeñas repúblicas se separaron de Rusia y se convirtieron en naciones de pleno derecho, con una identidad definida, como tantas, por mitos históricos y mentiras mediáticas. La guerra de Ucrania es una secuela más de la reconquista por el nacionalismo del territorio perdido. Putin apretó el botón de la guerra para fastidiar la agenda de quienes creían que la historia se había resuelto a su favor.
Al cortarnos el gas, Putin nos pone frente al espejo de nuestra impotencia y cobardía. Las medidas económicas se revelan insuficientes contra la guerra y las militares son impensables. La batalla por la energía reabre viejos expedientes como el de la energía nuclear, cerrado en falso por intereses espurios. Hasta ahora creíamos compatibles la ecología y la energía, el bienestar moral y el material, políticas sociales y fiscalidad moderada, libertad y seguridad. La pandemia reveló que el modelo era insostenible. Es la hora de la política y los políticos serios y responsables. En esta hora oscura, necesitamos gobernantes dignos, capaces de sacrificarse por su nación. Auténticos patriotas, como decía Samuel Johnson, que amen a su país, con gas o sin gas. Y yo no los veo.
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