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Nunca imaginé que los que se llaman patriotas se entretuvieran en intrigar contra su propio país solo porque el pueblo soberano los ha puesto en la oposición. Esta peculiaridad, creo, debe ser propia de quienes confunden la patria con el poder, el Estado con el ... Gobierno y el valor con el precio. Es una muestra más no solo del deterioro progresivo del discurso público, sino del nivelón político que en esta pandemia nos han mostrado. Ya de niños aprendimos que es de necios tirar piedras contra el propio tejado.
El PP se dedica en Europa a torpedear los intereses de España solo para desacreditar al gobierno. Ya ven qué proeza política quieren vendernos. En vez de unir fuerzas e ir como en Fuenteovejuna, todos a una, los eurodiputados de Pablo Casado se posicionan con los sectores más reacios a los intereses españoles y de los países del sur. Se alían con los que, con trabas y exigencias de recortes, tratan de impedir la llegada de financiación para la reconstrucción post Covid. Las gaviotas españolas del PP se unen a los halcones de Holanda, Austria y Dinamarca para que condicionen las medidas que se están pactando para tratar de salir lo mejor librados posible de esta tremenda crisis económica y social. Pone el PP una vela al diablo a ver si no nos llegan los recursos y pueden criticar la impericia del Gobierno. Estas obscenas maniobras ya ni siquiera se ocultan. Deduzco que el disimulo es un arte y para esa habilidad, como para la grandeza moral, no todos están dotados. Claro que si fueran ellos los gobernantes, las cosas serían distintas; ya no seríamos pobres pedigüeños sino patriotas luchando por España. Tanta miopía abruma y molesta por evidente y malsana.
Echo en falta en la derecha española gente como Angela Merkel. Es de esos políticos que ven en la niebla y van por delante, no como esos que cierran los ojos a la realidad. Estos días, en el parlamento germano ha sostenido algo que rescata la memoria colectiva de nuestra historia reciente. «No hay que ser ingenuos –ha dicho–, las fuerzas antidemocráticas y los movimientos radicales autoritarios están esperando una crisis económica para explotarla políticamente». Junto a los aplausos se ha escuchado el murmullo de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD). Casado, heredero de Aznar, no estaría entre los que aplaudieron sino entre los aludidos. El mensaje de Merkel concita más unidad entre los alemanes que los discursos mezquinos que ven en la bronca inútil peldaños para acceder al gobierno. Como rectificar es de sabios, me gustaría ver a mi país más unido y menos sectario. Los españoles estamos hartos de que los partidos no frecuenten los puntos de encuentro para evitar que esta crisis sea una condena. El Gobierno, por serlo, está obligado a más pero la oposición no está obligada a menos.
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