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Ocurre que el pasado es siempre una morada, pero no existe olvido capaz de demolerla», dijo Benedetti. Meditando sobre el presente, sugiero que si en una patria la convivencia ha de ser nuestra morada, ésta no deben matarla el olvido ni los rencores de la ... memoria. No hay más salida que cohabitar con lo que fuimos y con lo que seremos, no es una maldición sino que así es la vida. Cada tiempo tiene su propia encrucijada y nosotros hemos de resolver la nuestra, a poder ser, sin traicionar nuestra conciencia.
El reciente protagonismo de Bildu en la tramitación de la ley de presupuestos me produce cierto desasosiego. «Gritad, porque mientras gritáis, no matáis», dijo a ETA Ernest Lluch, el ministro que universalizó la sanidad. El 21 de noviembre de hace veinte años ETA lo mató. Había asesinado hasta entonces a 792 personas y tras él habrían de morir 37 más, el último hace diez años. A ETA la derrotó nuestra democracia, el terrorismo acabó para nosotros pero, como precisó Alfredo Pérez Rubalcaba, no para las víctimas. Para ellas está presente cada día desde que enterraron a sus seres queridos.
Hasta ahora no se ha podido hacer un verdadero relato de lo que pasó, había demasiado miedo a las pistolas. Fue Rubalcaba quien dijo «o bombas o votos» y aquí estamos. El entorno de ETA se integró en política para sobrevivir a su propio terror porque no tuvo más remedio. La ley de Partidos exige no apoyar políticamente la violencia para ser un partido legal y Bildu lo es. Pero igual que acepto el marco legal no puedo dejar de confesar que me repugna que realicen homenajes a etarras condenados y pretendan que aceptemos si rechistar que los asesinos son héroes. O que Arnaldo Otegui se victimice y añore a personas como Lluch aunque nunca condenó su asesinato. Pienso, como Ramón Jaúregui, que una gran parte de la sociedad vasca se ha sumergido en una mezcla de generosidad y olvido diez años después del fin del terrorismo. «Pero el suelo ético del final requiere el reconocimiento del mal causado, la responsabilidad por la decisión de matar y un relato de la verdad construido sobre la memoria de las víctimas». Detesto lo que hace la derecha de este país desenterrado a ETA como único argumento político cada vez que les va mal y que traten de manipular el dolor como si a los demás nos fuera ajeno. Hay demasiadas víctimas en este país que jamás les preocuparon.
Que nadie olvide que los muertos necesitan su duelo y eso lleva tiempo. A lo mejor ayudaría que Otegui se retirara para siempre para evitar que Bildu siga dando miedo. Mientras tanto yo prefiero que se mantengan las distancias con ellos. El pasado no puede hipotecar el futuro pero ni puede ni debe borrarse. Cuando el dolor pase, que no el olvido, quizás todos aprendamos que las patrias solo son grandes cuando en ellas caben todos.
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