Las protestas que movilizaron a miles de cubanos entre el domingo y el lunes a causa de los cortes en el suministro eléctrico, la escasez de alimentos y la falta de vacunas ante esta última ola de COVID acabaron con eslóganes de 'Abajo la dictadura' ... y de 'Patria y vida' –frente a 'Patria o muerte'–, convirtiéndose en una contestación espontánea al régimen que, tras la retirada de Raúl Castro, dirige Miguel Díaz-Canel. Este retrató con crudeza la naturaleza del sistema político que encarna con su llamada «a todos los revolucionarios y comunistas» para que salieran al paso de los «provocadores». La toma de las calles por el ejército y la policía, junto a la sucesión de detenciones de las que el Gobierno cubano no da cuenta, han podido acallar las protestas en las últimas horas. El arresto de periodistas que trabajan para medios de comunicación de otros países y la suspensión de Internet forman parte de una misma respuesta dictatorial, que tiene a la corresponsal de ABC en La Habana, Camila Acosta, detenida y amenazada de procesamiento por «delitos contra la seguridad del Estado» para que ningún cubano ose informar sobre lo que sucede en Cuba.

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Lo que sucede en Cuba es que el régimen ha colapsado porque niega el alimento, las medicinas y el suministro de energía a la población, y además recurre a la represión para negar esas evidencias. Once millones de personas se encuentran tan al límite de la emergencia humanitaria, que ni siquiera tienen fuerzas para interpelar día tras día al régimen que les condena a una indigencia institucionalizada. Solo una actitud proclive a la perpetuación del régimen castrista podría explicar la extrema penuria que atraviesan los cubanos, y que el Gobierno la imputa a las medidas de bloqueo. Porque su colapso es el resultado de un sistema que ahoga la libertad y las posibilidades de su economía. El ministerio de Exteriores, en manos ya de José Manuel Albares, ha requerido del Gobierno de Cuba «incrementar el ritmo de las reformas», manifestando que «estudiaremos formas de ayuda para aliviar su situación». Pero de nada serviría que España y la Unión Europea hiciesen suya la responsabilidad de que mejoren las condiciones de vida de los cubanos, si el castrismo de Díaz-Canel no se hace cargo de la situación y solo acentúa su autoritarismo. Unidas Podemos, en el Gobierno de España, rehúsa calificar de dictadura al régimen cubano. No merece otra denominación un sistema de partido único en el que la libertad se limita a las concesiones de un poder que se pretende absoluto.

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