Pasión

Annie y Peter componen un matrimonio satisfecho y triunfador. Ella es una reputada abogada y él es un cualificado físico. Viven a las afueras en una casa modernista rodeados de confort y lujo. Esta idílica existencia se resquebraja cuando entra en escena Gustav, hijo de Peter de una relación anterior. El joven, un adolescente atormentado en busca de su sitio y necesitado del calor familiar, se enamora de su madrastra y mantienen una relación furtiva que desemboca en la tortura psicológica y la traición.

Película nórdica hasta el tuétano. Retorcida y cruel como sólo la oscuridad y la perversidad de los países del norte de Europa son capaces de concebir. La literatura y el cine nos han dejado ejemplos amargos y rotundos. 'Reina de corazones', el título impuesto por la distribuidora, es engañoso y logra despistar. Cuando te sumerges en la historia y el guion alcanza sus puntos álgidos te percatas de lo equivocado de su enunciado.

Annie, magnífica como siempre la actriz Trine Dyrholm, y Gustav (Gustav Lindh) mantienen un flechazo total y feliz. Sus cuerpos se atraen a pesar de la diferencia de edad. Pero el idilio se resquebraja y la vuelta al orden supone la ley del más fuerte. El argumento se embarra y el escándalo estalla. La dulzura escapa por la cañería y una atroz marrullería se apodera del relato. Nadie mejor que los nórdicos para ir al combate a tumba abierta. El espectador queda atornillado a la butaca observando la fuerza iracunda de quien controla los hilos del poder.

Y la serpiente, cuando mueve el cascabel, acecha a la presa y caza. Date por perdido.