Si no lo recuerda, le refresco los hechos. Concha Andreu había madrugado para llegar al congreso federal del PSOE en Valencia, y de camino al cónclave publicó en las redes sociales una fotografía exaltando la luz que teñía el horizonte a través de la ventanilla ... del coche. Adjuntaba la imagen con un mensaje no se sabe si críptico o simplón –«Esto empieza bien...»– pero que cobró una irónica relevancia cuando todos los ojos repararon en el mismo detalle: el vehículo marchaba a 156 kilómetros por hora. Lo que iba ser una estampa naif en busca de likes mutó en un arma política de primer orden. La oposición recriminó con furia la imprudencia aliñada de falta de ejemplaridad, muchos socialistas recordaron cómo el PP tampoco está exento de amigos del acelerador y el episodio alcanzó un eco descomunal más allá incluso las fronteras riojanas. Andreu se excusó de inmediato. Borró la infausta foto. También aclaró que ella no conducía ni se trataba del coche oficial y que, en cualquier caso, el error había sido grave y solo cabe respetar los límites de velocidad. La reacción concitó otra vez opiniones antagónicas. A unos les pareció loable y a otros menos que insuficiente para un alto cargo. Quién sabe si hubiera sido mejor dejar pasar el tiempo. Evadirse sin dar explicaciones. Esperar a que la polémica engordara hasta que los insultos arreciaran y los cafres se hicieran fuertes. Andreu podría entonces haber posado ante el logo del Gobierno de La Rioja y, con el puño en alto, achacar el desliz al fascismo con una frase rotunda como colofón. Por ejemplo, no pasarán.
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