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Tras un análisis riguroso de la situación actual hay tres escenarios que de forma irrefutable nos llevan a considerar que el fin de la pandemia, si no inmediato, a más de cercano, está acercándose.
El primero de ellos es la mejora que poco a poco ... viene observándose en la batería de ratios con los que día a día nos están intentando explicar lo inexplicable. Las cifras cantan y cuando es malo que suban, cada día suben un poco menos y si lo bueno es que bajen, cada día bajan un poco más. Al parecer, todo empieza a marchar. «Gratias Deo».
El segundo de los escenarios, el que claramente manifiesta que gracias y a pesar de todas las acciones implementadas la cosa va por el buen camino, es el hecho de haber comenzado a ver salir en televisión a nuestro presidente Sánchez (siguiendo el viejo truco de lo bueno lo cuento yo y lo malo que sea otro quien lo cuente), poniéndose la medalla por los buenos resultados que están empezando a obtenerse.
Y el tercero de los escenarios es el que demuestra que, gracias a que las cosas comienzan a ir de forma más que menos controlada, nuestro inefable Fernando Simón ya es capaz de afinar el tiro de sus profecías, como cuando hace poco, preguntándole por el momento en el que se podría prescindir del uso de la mascarilla, sin la más mínima vacilación profetizó que, más adelante y según y cómo, podría considerarse la posibilidad de prescindir de su uso. Día arriba, día abajo. Supongo.
Y, hablando de las cosas que pasan, no me negarán que el follón que se ha armado en aquellas tierras españolas allende el estrecho de Gibraltar, no ha sido de los de padre y muy señor mío. Según dicen, entre ocho y nueve mil inmigrantes, ante la ausencia de fuerzas marroquíes que se lo impidiesen, cruzaron el espigón fronterizo y entraron en España como Pedro por su casa. Escándalo al canto. ¿Y qué fue lo que pasó? Pues nada, ¿no se acuerdan?, aquí nunca pasa nada.
Hombre, sí, es verdad que el secretario general del Frente Polisario fue acogido, «simple y llanamente por una cuestión humanitaria» (nuestra ministra dixit), para ser tratado de COVID en nuestro Hospital San Pedro. Y sí, es verdad que la diplomacia marroquí solo dijo (según nuestra ministra cuenta) que iba a «tomar nota» del asunto, aunque no consideraba que la llegada de inmigrantes marroquíes fuera la causa de lo ocurrido.
Y nada más. Aquí paz y después gloria. Un par de inmigrantes muertos, movimientos de unidades militares (bocadillo de chorizo incluido), centenares de denuncias por peleas, intentos de robo, allanamientos en Ceuta por la llegada masiva de personas y contagios de la situación en Melilla. Pero nada, no se preocupen, pelillos a la mar. Aquí nunca pasa nada. Alguien ha metido la pata hasta el cuezo. ¿Apuestan conmigo a que no sabremos quién ha sido? No busquen explicaciones; ellos, con tomarnos por tontos, ya tienen bastante. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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