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A la diputada -y quizá futura consejera- Raquel Romero le gustan las fábulas. Durante el debate fallido de investidura, desempolvó un viejo cuentecillo de Esopo ('La zorra y el cabrón en el pozo') que causó un notable impacto en el hemiciclo, así que ahora, al ... hilo de las negociaciones y en busca de inspiración, tal vez esté revisando la obra latina del esclavo macedonio Cayo Julio Fedro. Cuando llegue al verso Mons parturibat, no hace falta que doña Raquel recurra al diccionario bilingüe; el fabulista Félix José de Samaniego, natural de Laguardia, realizó en el siglo XVIII una versión castellana. Hela aquí:
«Con varios ademanes horrorosos,/ los montes de parir dieron señales./ Consintieron los hombres temerosos/ ver nacer los abortos más fatales./ Después que con bramidos espantosos/ infundieron pavor a los mortales,/ estos montes que al mundo estremecieron/ un ratoncillo fue lo que parieron».
Los espectadores que durante semanas hemos asistido a este curioso vodevil (ahora me arrejunto sin pedir nada, ahora viene un mesías manchego a enseñarnos el camino, ahora pido una barbaridad, ahora me separo, ahora me ponéis a parir, ahora echo un vistazo a lo que pasa en Madrid, ahora igual me vuelvo a arrejuntar) intuimos que este choque tectónico de apariencia cataclísmica, que nos ha tenido en un pavoroso sinvivir, probablemente acabará engendrando un ratoncillo juguetón en forma de miniconsejería de nombre apabullante, escasas competencias y modesto presupuesto. En las próximas horas, acaso mañana mismo, veremos si Podemos se conforma con gestionar una consejería amable y leve, que no servirá para asaltar los cielos, pero sí para tener un altavoz vistoso, sacarse fotos bonitas y cosechar cientos o miles de 'likes'. El PSOE, una vez que ha asumido que un gobierno de coalición es un gobierno de coalición y no una fantasía monocolor, parece más preocupado por asegurarse los departamentos plúmbeos, sólidos, inapelables. En el ánimo de Andreu podría pesar también -y sería comprensible- el deseo de levantar un cortafuegos que proteja al futuro Gobierno de los incendios de Podemos (un partido en permanente combustión interna, sobre todo en La Rioja).
Los espíritus angélicos están viendo con escándalo cómo estas negociaciones se reducen a un reparto de cargos y de dinero. A los escépticos y a los cínicos, en cambio, nos parece algo normal. Cuando se forma un gobierno de coalición hay que hablar de todo, no solo de grandes ideas y de proyectos; también de euros, también de nombres. La política es un deporte noble que se juega en el barro y a veces hay que enfangarse. Los alemanes (y doña Raquel seguro que lo sabe) acuñaron el término Realpolitik para señalar la necesidad de bajarse de las nubes filosóficas para ir haciendo cosas concretas. Lo irritante es cuando los negociadores intentan camuflar estos tratos tan humanos bajo una insufrible hojarasca de palabras grandilocuentes. Eso no. Déjense de retórica barata y reconózcanlo con valentía y honestidad: llevan ustedes dos meses largos hablando de pasta, de apellidos y de sillones. De poder. Por eso les está costando tanto parir, aunque sea un ratoncito.
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