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El presidente del PP ha llevado a cabo una verdadera revolución interna al confeccionar las listas electorales para el 28 de abril. Con el argumento de que es necesaria la «renovación» para «garantizar la existencia» del partido, Pablo Casado ha cambiado el 80% de los ... cabezas de lista en las 52 circunscripciones -sólo diez repiten-, con escasa participación de las agrupaciones territoriales en la selección de los candidatos. Apenas ha habido continuidad en Galicia y Castilla-La Mancha, donde las gentes de Feijóo y Cospedal han merecido, parece, alguna consideración. Se mantienen los exministros Ana Pastor (Pontevedra), Isabel García Tejerina (Valladolid) y Rafael Catalá (Cuenca). Tras este cambio radical hay varias motivaciones: de una parte, ha sido laminado el 'marianismo', el sector que apoyó a Sáenz de Santamaría en las primarias que ganó Casado, y así desaparecen del primer plano figuras como el antiguo número tres Martínez-Maillo (Zamora), Carlos Floriano (Cáceres), García-Margallo (Alicante), Zoido (Sevilla), Jesús Posada (Soria), Fátima Báñez (Huelva)... De otra parte, se ha querido imprimir una carga ideológica aznarista, que se hace patente en la designación de Cayetana Álvarez de Toledo como cabeza de lista en Barcelona; es conocida la animosidad de esta candidata, que ha compaginado la política con el periodismo, contra las políticas moderadas de Mariano Rajoy. La llegada de Álvarez de Toledo a la capital catalana deja en precario a Dolors Montserrat, quien ha sido casadista de primera hora y contaba con la primacía en esta circunscripción. Por último, las listas tratan de acopiar apoyo social merced a la opinable incorporación de figuras populares. Así, el cabeza de lista por Huelva será José Juan Cortés, padre de Mariluz, cuyo único mérito conocido es la reclamación pertinaz de la prisión permanente revisable. También persigue capitalizar la popularidad audiovisual el fichaje del conocido periodista de 'Libertad Digital' Pablo Montesinos, cabeza de lista por Málaga. El PP deberá competir en pos de su espacio político con Vox y con Ciudadanos, después de que la formación de Rivera haya adoptado la etiqueta liberal del centro-derecha. De momento, los pronósticos no le son favorables, y no es seguro que la estrategia adoptada -radicalización ideológica, equipo monocolor, recurso a nombres populares- pueda resolver los déficit de partida del nuevo PP.
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