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El Senado fue escenario ayer de una rocambolesca votación en la ley del 'solo sí es sí' que evidencia el grado de deterioro que afecta al debate parlamentario. El PP se benefició de una de las 150 enmiendas, aparentemente inocua, que quedó colgando del refrendo ... de la norma en el Congreso –una muy menor de Junts, secundada por los socios del Gobierno de Sánchez– para sumarse por sorpresa y propiciar una mayoría que va a obligar a devolver el texto a la Cámara baja posponiendo dos meses su aprobación. Los populares lograron hacer ver que pueden maniobrar para poner en aprietos, aunque sea de forma testimonial, a un Gobierno lastrado por su precaria hegemonía en las Cortes. Pero esa baza política aconsejaba evitar cualquier jactancia, como en la que incurrió el portavoz en el Senado, Javier Maroto, al ironizar con que había truncado «la gran intervención» de la ministra Irene Montero al impedir la aprobación definitiva ayer de una de las leyes 'estrella' del Ejecutivo. La actividad parlamentaria, trufada desde hace demasiado tiempo de debates agrios y votaciones en el alambre, exige –de todos– un regreso a prácticas más constructivas y edificantes. Sobre todo cuando lo que está en juego son leyes.
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