Parece que amanece ¿o no?
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«El caso es que la legislatura se abrió como se abren los melones. Veremos si es dulce o pepino»Secciones
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«El caso es que la legislatura se abrió como se abren los melones. Veremos si es dulce o pepino»Parece mentira que en un país en el que hasta las patatas pueden ser bravas, la ciudadanía trague tanto como estamos tragando». Así se expresó, en twiter, José Luis Cuerda mediado el año 2015. De entonces acá, han pasado tantas cosas que estamos a punto ... de acudir al médico de cabecera para que nos recete algo eficaz contra el empacho. Debiera ser obligatorio que la totalidad de esa España que, en palabras de Felipe VI, «debe ser de todos y para todos», tuviera un médico de cabecera «comunal» que la auscultara porque hay días que esta España nuestra nos duele mucho. En Amanece que no es poco, el pueblo reclamaba que la moza, que acabó siendo del alcalde, fuera «turgente y comunal». En nuestra película, el doctor de cabecera que disponga el Ministerio debiera ser «competente y comunal», porque el mal es mucho y recurrente.
El mago del absurdo inteligente, José Luis Cuerda, se esfumó para demostrarnos lo divinamente que uno puede decir adiós e irse al otro mundo sin hacer ruido. Se fue nada más abrirse, solemnemente, la XIV Legislatura. Bien sabía Cuerda que todo lo solemne tiene aire de caricatura y tentación de humorada. Imaginen la película surrealista que hubiera podido rodar con lo visionado dentro y fuera del hemiciclo.
El caso es que la legislatura se abrió como se abren los melones. Veremos si es dulce o pepino. El Rey dijo lo que debía decir, «España no puede ser de unos contra otros», apelando a una España inclusiva en el marco constitucional. Después vinieron los aplausos, ¡ay, los aplausos! Pese a los esfuerzos de algunos, el Parlamento no es cosa de risa: es la representación de la voluntad popular. Así que, un poquito de por favor, señorías. Allí estaban los que fueron, que eran la mayoría y la mayoría, aplaudió, salvo el PNV. La corrección institucional la expresaron los vascos con su propia presencia en el acto. No es obligatorio aplaudir, aunque quienes antes no lo hacían lo hicieron esta vez, que el respeto y la educación no está en colisión con las ideas republicanas. Otros hubo que aplaudían con tanto furor que parecían querer demostrar que el Rey es suyo y, si les dejan, también la Constitución que se creen sus únicos defensores, sobre todo cuando les conviene, que algunos defienden más lo que está fuera que lo que está dentro de ella. Es este un exceso, como tantos de los que aguantamos hasta hartarnos, en estos tiempos en los que la impostura y la apariencia valen más que la verdad.
¿Dónde estaban los que no estuvieron? Pues entretenidos tirando dardos al rey. Muy solemnes, como si la pólvora hubieran descubierto, lanzaron salvas dialécticas. Por boca de Gabriel Rufián, ERC, JxCat, Bildu, CUP y el BNG, como si lucharan contra las fuerzas del mal, rodeados por un ejército de orcos, proclamaron: «No tenemos rey. Democracia, libertad y repúblicas». Nada más quijotesco y español. Recuerden señorías que son parlamentarios españoles y que si no quieren serlo, pueden renunciar, nadie obliga. No olviden que el Jefe del Estado es el rey. Si, algún día, los españoles deciden sustituir el anacronismo de la institución monárquica por una República, el presidente de la misma también será el símbolo de la unidad y permanencia del Estado español y, al igual que Felipe VI, deberá defender el artículo 56 de la Constitución.
Chocarán en la misma piedra. El rey ha podido equivocarse, pero no se ha empecinado como ustedes que llevan años huyendo de la autocrítica. Hace tiempo que llueve sobre mojado, el suelo embarrado mancha más a quien lo pisa que a quienes huyen del charco. Se les oye mucho, se repiten demasiado. Puede ser, como dijo Cuerda, que «los tontos de antes gritábamos menos». En fin, José Luis, aquí todo fluye como siempre. No creo que cuando te conozcan en el cielo te dejen volver. Por cierto, parece que amanece, aunque por el lado contrario, ¿será que anochece? Pues nada, que como tu decías, esto es un sindiós.
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