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Como no creo en la divinidad, el alma trascendente y la vida celestial infinita tras la terrenal, me choca el miedo a morirse de quienes aceptan la existencia de esas cosas, a los cuales respeto tanto como envidio. En el siglo XIII, los 'herejes', o ... sea, los cristianos disidentes de la ortodoxia católica, se arrojaban a la hoguera cantando felices de contentos porque estaban convencidos de que las llamas eran la puerta de entrada directa al paraíso donde Dios los esperaba con los brazos abiertos y un extintor espiritual en cada mano. Aquello era fe y lo demás cuento.

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