El acuerdo que ultima el Ministerio de Economía con el sector bancario para hacer frente a la problemática sobrevenida en miles de hogares por el gravoso repunte del euríbor ha de cerrarse con la mínima celeridad para anticiparse y evitar los dos riesgos que concurren ... en este contexto inflacionista: que los hipotecados, especialmente los que disponen de recursos más restringidos, no se vean abocados a decisiones extremas; y que los impagos no se desboquen agitando el devastador fantasma de los desahucios. La búsqueda del bien común en situaciones de crisis constituye un mandato del que no cabe apartarse en tiempos de crisis. Y que interpela a las entidades financieras no solo porque su reputación se viera severamente dañada a raíz de la debacle de 2008, sino porque los peligros de un escenario tan tensionado por la escalada de precios que ha llevado a elevar a toda marcha los tipos de interés también pueden alcanzarlas a ellas; a sus balances y a su arraigo social. Los rectores bancarios y el ministerio han de tomar la compleja decisión de dónde acaban situando los límites de las ayudas. Una discriminación que no debe perder de vista que los colectivos vulnerables puedan extenderse si los estragos de la guerra no aflojan.
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