Dice el papa Francisco que «Dios lo guiará» para abandonar o no el liderazgo de la Iglesia católica. Tendrá que enviarle Dios mucha ayuda para soportar los ataques de las rapaces de la curia. Nadie duda a estas alturas que, en esa comunidad humana que ... constituye la jerarquía de la Iglesia, muchos rezan para que se vaya desde que llegó. A buen seguro que este papa no ha cambiado tantas cosas como pensaba pero es que para vencer las resistencias que ha encontrado hace falta no solo ser el representante de Dios en la Tierra sino, más bien, un semidiós dotado de las capacidades mágicas de las que carecemos los humanos.

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Hemos podido ver al papa en Canadá con un tocado de plumas, como en los mejores wésterns de la historia del lejano Oeste. Ha pedido perdón a los indígenas desde la humildad y reconociendo que «muchos miembros de la Iglesia» cooperaron en «la destrucción cultural y la asimilación forzada» de sus pueblos. Muchos le dicen en la curia que eso de pedir perdón es reconocer las culpas y soportar la consiguiente vergüenza. Seguramente, Francisco no tiene tantas tragaderas como los que consintieron los abusos cometidos en el internado de la isla de Kuper, abierto en 1889 y regentado por la Iglesia católica con dinero del Gobierno canadiense. Se calcula que 150.000 niños fueron separados de sus familias y llevados a 139 internados. Muchos fallecidos fueron enterrados sin identificar. En 2021, la tribu Penelakut encontró al menos 160 enterramientos, que se suman a más de 1.100 hallados en otros internados de Canadá. El colegio de Kuper fue demolido en 1980 pero después todo fue un largo silencio que ahora ha roto el papa Francisco.

De regreso a casa Francisco ha dado su opinión sobre esos católicos que se dan golpes en el pecho, como guardianes de la tradición, y se tienen por más papistas que el papa. A las pruebas me remito. Dice Francisco: «Una Iglesia que no evoluciona es una Iglesia que retrocede», «Muchas personas que se llaman a sí mismas tradicionalistas no lo son, simplemente retroceden. Eso es un pecado». «La tradición es la fe viva de los muertos, en cambio su actitud es la fe muerta de los vivos». Ahí queda eso, una parábola en toda regla. Desconozco si el papa añadió, citando a San Mateo (19,12), «¡El que pueda entender, que entienda!». Dicen que las trompetas del Concilio de Trento hicieron retumbar desde las criptas a la cúpula del Vaticano. El papa sigue con sus cosas y ahora mediante el 'Motu Proprio' titulado Ad charisma tuendum ('Para proteger el carisma') ha dinamitado la privilegiada fórmula organizativa que hace 40 años Juan Pablo II otorgó al Opus Dei.

Me pregunto cuánto resistirá el Papa el ataque enemigo y a qué Cielo irán los que rezan para perderlo de vista, lo que demostraría que los diablos no solo habitan en el infierno.

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