La Rioja se pone el pañuelo de fiestas' sería el titular por antonomasia del fin de semana que afrontamos.

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La Virgen de agosto. Prácticamente todo municipio riojano tiene una advocación mariana que celebrar. Fiestas en días vacacionales siempre ávidos de asueto, festejos y farras: este ... verano, aún más. Hasta hace un par de años, se fletaban autobuses para que los jóvenes se desplazaran a los pueblos en fiestas, llenos de vida. Bullicio, alegría, diversión en cada rincón. Cuadrillas de jóvenes, de no tan jóvenes, de niños y de mayores que se reunían en eventos lúdicos, gastronómicos, musicales, deportivos. Vida en el pueblo a raudales.

Pero este verano no toca. Sí, ya van dos. Y este año un poco (o bastante) con la situación más desbocada. El virus sigue royéndonos. La salud, y también el ánimo.

No se trata solo de elecciones individuales en cuanto a cumplir o no con la normativa sanitaria por el COVID. Las decisiones personales impactan de lleno en la salud pública.

Las fiestas de San Mateo en Logroño ya tienen cartel. Ojalá solo sea un póster de recordatorio, descapitalizado de cualquier tipo de acto. No vaya a ser que el lema del cartel, 'Mateo vino y a ti también te esperamos', sea el que se cuelgue a la entrada de la UCI a finales de septiembre.

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Solo con prudencia y respeto a la normativa sanitaria volveremos a celebrar fiestas. A celebrar la vida.

Nosotros elegimos si el pañuelo rojo nos lleva al crespón negro.

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