El alcalde Manolo Sáinz (izquierda), junto al presidente de la Comunidad, José María de Miguel Gil, (centro) y Félix Palomo, a la derecha, en un acto de San Mateo. Foto Herce

El paisaje esclarecido

Félix Palomo se me aparece como modelo de político responsable y tolerante

MANUEL SAINZ OCHOA

Logroño

Jueves, 7 de octubre 2021

Nunca viene bien una noticia así. Resulta siempre amarga. Te ronda la incómoda idea de que los designios de la vida te han privado para ... siempre de la ocasión de estar juntos otro rato, de comentar las cosas de nuestro interés común o, simplemente, de hablar de lo divino y lo humano. Félix Palomo era un agudo e inteligente conversador. Seguramente no ha sido solo la pandemia, son los caminos por los que transitamos cada uno, y que un día coincidieron, los que insensiblemente y sin darnos cuenta van separando poco a poco su trayecto. No hay ninguna voluntad en ello. Al revés, cuando lo percibes te haces el propósito de forzar una ocasión para el encuentro, que, por una razón o por otra, nunca llega. Ahora ya no podrá ser.

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Félix Palomo estará ligado siempre en nuestra memoria a la política riojana en la Transición y en los primeros años de la actividad democrática. Y a mí me parece que su trayectoria, su modo de ver y de hacer las cosas y su estilo personal recogen muy bien la manera en la que se desenvolvía la vida política de entonces en las instituciones y fuera de ellas. Porque a la política se llegaba desde las convicciones y el compromiso con lo público. Antes como ahora. Pero se ejercía desde la tolerancia y el respeto al discrepante como la mejor manera de preservar el precioso bien de la convivencia. Ojalá fuese así ahora.

No quisiera dar la impresión del añorante simple, del que piensa que todo tiempo pasado fue mejor. La política, como todo en la vida, va cambiando y acomodándose a la realidad y las necesidades de cada tiempo. Pero algo hay ahora que va alejando a las personas de esa actividad política. No puedo entender la postura de nuestra derecha política con su actitud de negación sistemática, cercana al obstruccionismo, y de descalificación radical y sin fisuras de todo aquello que proponen los demás. Y no puedo entenderlo, en primer lugar, porque se renuncia a aportar el matiz que puede completar y mejorar los acuerdos. Pero me cuesta entenderlo, sobre todo, porque ahonda en la crispación social, gratuita y evitable, en vez de ayudar a la convivencia y la tolerancia.

En este sentido, Félix Palomo se me aparece como modelo de político responsable y tolerante. Siempre pensé que ese talante suyo era el que mejor se ajustaba a la tarea de presidente del Parlamento de La Rioja, que él desempeñó con exquisito estilo. Y esto no supuso renuncia ninguna a su compromiso de buen socialista por una sociedad más justa y más igualitaria.

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Uno se siente feliz habiendo podido coincidir durante un tiempo en la política que repara daños y tiende puentes entre las gentes de una sociedad cada vez más compleja, que es la que Félix practicaba.

Las mujeres y los hombres nos vamos construyendo a lo largo del tiempo con las circunstancias, los lugares y las personas con las que hemos coincidido. Somos y nos reconocemos en todos ellos. Por eso nos duele tanto contemplar cómo van desapareciendo esos elementos luminosos del paisaje.

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