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Y sé que en plena campaña lo que toca es extremarse. O sea, decir que estamos en el mejor país de los posibles (si uno está en Moncloa) o en una cochiquera inmunda que está apunto de irse por el retrete (si uno quiere ... estar en la Moncloa).
Toca resignarse, en fin, así son las cosas. Pero hay en todas esas ocasiones un tema recurrente que a mí me llama la atención porque, casi sin excepciones, está basado en mentiras. Es el asunto de la seguridad y/o la justicia en España. Casi que me da igual quien sea el que esté en la parte denunciante, aunque suele ser un tema con más predicamento entre el electorado de diestra.
Por mucho que en estas campañas se empeñen en hacernos ver lo contrario, España es un país muy seguro. O razonablemente muy seguro, si me permiten la contradicción. O sea: es éste uno de los países del mundo con menos criminalidad, y con un funcionamiento de la Justicia más pulcro y ajustado a derecho. ¿Significa eso que todo es perfecto? No, claro, ni mucho menos. Pero las cosas van razonablemente y además, dicen las estadísticas, no van a peor, sino que se mantienen o mejoran.
Por ejemplo, es absurdo decir como dicen que uno no puede defenderse en su casa en el (improbable) caso de que le entre un propio a robar. Uno puede, y debe, defenderse. Si la cosa pasa a mayores, lo que allí ocurrió se definirá en un juicio, porque no estamos en el Oeste. Y la experiencia jurídica dice que lo de la defensa propia pesa, y pesa mucho.
¿Es España un país totalmente seguro? No, porque la seguridad total es imposible. ¿Es España un país inseguro? No, ni de lejos. Por mucho que digan.
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