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La recuperación de la economía española, pese al lastre que suponen la persistente pandemia y un escenario rodeado de incertidumbres, se tradujo el pasado año en una espectacular mejora del mercado laboral. Los 840.000 puestos de trabajo creados –la mayor cifra desde 2005, cuando ... se produjo una regularización masiva de inmigrantes– permitieron cerrar el ejercicio con 20.184.900 ocupados, un nivel desconocido desde que la burbuja inmobiliaria estallara en 2008. A las mismas fechas, coincidentes con la Gran Recesión, hay que remontarse para encontrar una tasa de paro del 13,3% tras reducirse el desempleo en 615.900 personas.
Los datos proporcionados ayer por la Encuesta de Población Activa ofrecen motivos para el optimismo. El país ha recobrado en un tiempo récord el volumen de empleo previo a la covid y su tejido productivo mantiene un brío que permite presagiar el mantenimiento de esta favorable tendencia a corto plazo. Ahora se trata de consolidar esta situación y de corregir los problemas estructurales que aún aquejan al mercado laboral como pone de manifiesto la propia EPA. Por ejemplo, la todavía elevada temporalidad –un 25%– a pesar de un esperanzador ascenso de los contratos indefinidos, la cronificación del paro que afecta a todos los integrantes del hogar en el caso de un millón de familias y las dificultades de recolocación que encuentran los mayores de 50 años cuando también la sostenibilidad del sistema de pensiones requiere de la prolongación de la vida laboral.
El Gobierno y los agentes sociales se enfrentan la próxima semana al reto que supone la convalidación parlamentaria de la reforma laboral. Pero, una vez superado ese trámite, deberán atenerse al verdadero desafío de que la nueva norma contribuya a mejorar sensiblemente el panorama del empleo. La EPA confirman la paradoja de que España ha remontado la crisis de manera notable con un incremento de la ocupación del 4,35% el último año cuando no consigue asegurar un ritmo de crecimiento económico parejo. Este dato, unido al descenso en un 3,8% de las horas trabajadas respecto a 2019, señala la persistencia de problemas de productividad que constituyen el verdadero test al que serán sometidos los resultados del Next Generation. Porque los efectos de la reforma laboral no llegarán ni a medio camino de las expectativas de sus autores si trimestre a trimestre no se perciben cambios en el modelo productivo.
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