Secciones
Servicios
Destacamos
Una de las cosas que me enseñó mi papá, que en paz descanse (concretamente en Andalucía, que anda estos días de vacaciones el hombre) es el valor de la responsabilidad. De la responsabilidad en el sentido estricto: ésa que dice que si decides hacer algo, ... luego apechugas con las consecuencias que se deriven de ese algo. Es un valor bastante fundamental, el que distingue a las personas de verdad de los niños grandes. Aquí en el oficio de la prensa sabemos bastante de eso: es diario el cabreo de quien ha hecho algo tirando a vergonzoso y se enfada no consigo mismo por la cagada, sino con nosotros por contarla.
Por lo que veo estos días, Cataluña debe estar llena de niños grandes de ésos. Empezando por los ex-gobernantes condenados, esos que fueron advertidos durante meses de que lo que estaban haciendo era ilegal, y ahora se espantan de las consecuencias que tiene hacer cosas ilegales. Que luego van y te condenan, básicamente. También tienen problemas con la responsabilidad quienes apelan a la desobediencia civil pensando que sólo con esa palabra mágica uno queda excluido de las consecuencias. Por ejemplo, si uno decide ir a cerrar un aeropuerto, espantarse luego de que la Policía cargue a porrazos me resulta tirando a incomprensible. El martes por la noche no podía evitar descojonarme francamente viendo cómo un grupo de manifestantes coreaban «somos gente de paz» ante una hoguera encendida en una calle de Barcelona. Pues mira, no. Si luego te detienen por eso, no será porque te oprima un estado fascista. Será porque has prendido una hoguera en mitad de la calle. Apechuga. Nen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.