Los padres de 'los guerreros'

Incurrimos en ese camino muchas veces los progenitores en la equivocada idea de que nuestros retoños están exentos de fallos: la culpa la tienen los demás, la mala influencia de los amigos, el profesor que les tiene manía, la tecnología... Cualquier postura (persona, situación) contraria a la nuestra sirve para exponerla como enemigo de nuestra impecable educación, focalizar la culpa y externalizar responsabilidades.

Días atrás, cinco menores fueron detenidos por la presunta violación (una de ellas, grupal) de dos niñas en una casa abandonada en Burjassot. La Policía busca a un sexto joven mayor de edad por su presunta implicación en los hechos. Presunta, siempre, presunta.

La jueza, en contra del criterio de la Fiscalía, decretó la libertad vigilada para los detenidos. Y valoró en el auto la situación social de los cinco adolescentes. Para afirmar que su «estilo educativo familiar» es «laxo y permisivo», y alertar de la «baja interiorización de las normas».

A la salida del juzgado, los jóvenes detenidos fueron jaleados y ovacionados por familiares y amigos. Gritos, aplausos, vítores. «¡¡Son guerreros, eso es lo que son!!», clamó algún adulto. ¿¿Orgullo de padre??

La investigación sigue su curso. No se puede conculcar la presunción de inocencia, ni estigmatizar a nadie. Pero se puede afirmar con rotundidad que a veces la educación se queda en una prédica en el desierto. A veces, muchas veces, en una quimera.

Y no me refiero (solo) a la de los hijos.