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La mayoría de los españoles situados ante el televisor el domingo viendo el panorama resultante de la repetición electoral, sacó una rápida conclusión: «Para este viaje no hacían falta alforjas». Fue la frase más repetida de la noche. La gente que fue a votar lo ... hizo entre enfadada y resignada. Otros ni fueron. Solo en el cuartel general de VOX se disparó la alegría. En el de Ciudadanos se instaló la angustia que producen las derrotas que no se pueden ocultar. Olía a despedida. En los demás partidos también había decepción. El PP sube, pero no lo suficiente para poder nuclear un gobierno. Casado, que se comporta como si fuera el ganador, recoge parte del voto que pierde Ciudadanos pero VOX, el partido que ambos normalizaron como socio preferente, se lleva la mayoría. En el lado de la izquierda, tanto PSOE como Podemos restan apoyos y el independentismo se refuerza. Rivera es la víctima principal de la obstinación, aunque la intransigencia sea un mal muy repartido entre todos. En la calle se respira decepción y hartazgo. Una situación endiablada, ese es el resultado de la incapacidad de lograr acuerdos.

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