Coches para los vecinos

Pero había una letra pequeña de la que yo, sinceramente, no me había percatado hasta que lo oí en la Ser: que el dicho coche tiene que ser comprado en un concesionario riojano, sí, pero que el comprador puede ser, si lo desea, un señor de Bilbao. Vamos, que no están limitados a empresas ni particulares con domicilio fiscal en La Rioja. O sea, repito: si el susodicho bilbaíno quiere comprarse un coche y se entera de la fiesta que tenemos por aquí montada, conseguirá el mismo coche más baratico gracias a los impuestos que pagamos los riojanos.

Dice el Gobierno que en realidad su objetivo es que los concesionarios vendan, y que por lo demás, en fin, este es un mundo globalizado. Claro que también se suponía que se trataba de renovar el parque móvil (hay que entregar un coche de 10 años para achatarrar) y mejorar en la seguridad y en las emisiones. Cosa que, en el caso del señor de Bilbao, también conseguiremos. Pero no en La Rioja, sino en Vizcaya.

Es tierna, no me lo negarán, la idea de que los riojanos les subvencionemos los coches a los vecinos de las comunidades forales que nos rodean tan cercanamente. Porque, en fin, un señor de Bilbao aún tiene que pillar la autopista, pero no uno de Laguardia ni de Viana ni de, digamos, Estella. Todos ellos pertenecen a comunidades con su hacienda propia y una capacidad inversora bastante superior a la nuestra. Vamos, que si se trata de dar ayudas, seguramente sus gobiernos podrían hacerlo con más donosura y largueza. Pero en ese caso, ¿apostamos a ver si un riojano podría beneficiarse de tales descuentos?

Lo de Errejón. Menudo shock, aunque muchos digan que algo sabían. Ya será menos. Me recuerda a esas noticias de los políticos ultras pillados en una orgía gay: ay, la persona y el personaje, qué sorpresas esconde siempre la que está detrás.Pero bueno, más allá de lo evidente, me llama la atención poderosamente la retórica. En la carta de Errejón, esa prosa casi incomprensible de alambicados lugares comunes y sospechosos habituales (el patriarcado, el neoliberalismo) oigo a muchos que hablan como él y, oh maravilla, pretenden que se les escuche.

No hace falta andar buscando acosadores sexuales, como todo parece indicar que era el aniñado político defenestrado. Pero esa retórica, esas difíciles palabrejas, esconden una buena parte de la clave de por qué esa izquierda se va quedando solo para irreductibles: no hay en ellas ni una pizca de contacto con las preocupaciones comunes del común de los mortales. Y luego que les votemos.

De todas las cosas terribles que han pasado en los últimos meses en La Rioja (ya nos va saliendo una lista de terrores) hay cosas que inevitablemente duelen más que otras. La de la muerte de esta joven madre primeriza, que contaba ya en días lo que le faltaba para dar a luz a su primera hija, en un accidente provocado por un tipo drogado y borracho que conducía en dirección contraria es de las que más han dolido. Condensa en ella la tragedia de esta especie: vidas tiradas a la cuneta por la sinrazón, la estupidez, la locura. Pobre familia.