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EL otro día escuché en la radio (siento no recordar de labios de quién) una comparación que me gustó. La ciudad, decía, es como un ecosistema cualquiera. E igual que protegemos, por ejemplo, a los osos de la montaña aunque se coman alguna oveja, hay ... cosas en la ciudad que también hay que proteger. Porque solas no se salvan, y porque las consecuencias de su ausencia serían simplemente devastadoras.
Para mí, el comercio es la especie urbana que corre más urgencia proteger. Sencillamente porque sin él el mismo modelo urbano de las ciudades españolas se viene abajo. Las nuestras no son urbes a la americana, hechas para el coche y el centro comercial. Son ciudades concentradas, con edificios pensados para el bajo comercial y trasiego vecinal. Una ciudad sin comercio convertiría su callejero en un vertedero deprimente de persianas bajadas, con consecuencias incalculables para el propio tejido cívico, sobre todo en el centro de las urbes.
Me gusta ser optimista en casi todos los órdenes de la vida, así que espero que las tiendas de toda la vida encuentren su camino. Pero mientras tanto, igual que el oso pardo, necesitarán de la ayuda del resto. Es muy complicado que un sector tan atomizado encuentre los caminos de unión y de esfuerzo conjunto que necesita para salir de este trago y encontrar su camino propio. Han de ser las administraciones públicas las que lideren el camino.
Porque, aquí como en todos sitios, dejar vía libre al mercado sin cortapisa social alguna nos lleva de cabeza a sitios feos. A sitios en los que el comerciante autónomo y el empleado de toda la vida sean sustituidos por el almacenista precario y el repartidor a destajo. No es que la vida de los primeros sea un chollo, pero la de los segundos es bastante peor.
Así que, señores, pensemos entre todos qué nos conviene más. No se trata de poner cortapisas al comercio electrónico, lo cual sería entre absurdo e imposible. No pienso, como consumidor, renunciar a sus indudables ventajas. Pero también creo que hay que darle un empujón al de toda la vida, aunque eso nos cueste dinero a todos. Porque a todos nos conviene.
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