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La próxima vez que descubra a un turista por la calle no voy a saber qué hacer, tendré ganas de abrazarle, que es lo que me pasa cada vez que me cruzo a alguien con el periódico bajo el brazo. Va a resultar rarísimo. Ver ... a un turista va a ser como encontrarse a un marciano o a un ministro, me quedaré súbitamente quieto y luego seguiré mi camino orgulloso de no haber sido tan vulgar como para pedirle una foto. No hay turistas por La Rioja, no vienen los peregrinos a mojar sus pies inflados y lechosos en la fuente del albergue y tampoco aparecen esos raros grupitos de japoneses admirándose de la ruina de la Plaza del Mercado y preguntándose, debajo de esos gorros que llevan siempre para protegerse del sol, si ese hundimiento del Casco Antiguo es todavía un recuerdo de nuestra Guerra Civil.

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larioja Osiris