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Un formidable chute operístico nos trajo nuestra querida Compañía Lírica Ópera 2001 con este soberbio Nabucco de Verdi en una interpretación vital e intensa que ... desbordó todas las expectativas. Nabucco es la primera gran obra de Verdi y tiene cuatro protagonistas fundamentales: la ambiciosa Abigaille, papel maldito y «rompevoces» que aterroriza a las sopranos por sus exigencias en la parte más grave y más aguda de su tesitura, con saltos escalofriantes de casi dos octavas y para colmo con complicadas agilidades; el protagonista Nabucco, que requiere un barítono verdiano muy expresivo, poderoso en la parte central y con brillantes agudos; el sumo sacerdote Zaccaria es un gran papel de bajo que tiene tres magníficas intervenciones y por último está el mayor protagonista, que es el coro, omnipresente a lo largo de toda la obra con brillantísimos números corales. Todos ellos estuvieron excelentemente cubiertos.
La soprano francesa Héloïse Koempgen-Bramy exhibió un formidable dominio del papel de Abigaille, superando todas las dificultades vocales con autoridad y luciendo unos agudos poderosos y brillantes. En el centro no iba sobrada de volumen, pero más que suficiente. No es fácil encontrar una soprano joven para la pérfida Abigaille con estas prestaciones vocales. El joven barítono georgiano Mamuka Lomidze, en el rol de Nabucco, mostró un pedazo de voz, con un timbre muy bello, rutilantes agudos y una buena línea de canto. Mejorando un poco su prestancia teatral y su dicción del italiano puede ser un barítono muy interesante. Otra voz impactante fue la del bajo búlgaro Giorgi Kirof, presente en grandes teatros mundiales, que delineó un Zaccaria de muchos quilates, con rotundo registro grave y fáciles agudos: ¡todo un lujo!
Otro lujo fue la mezzo Rachele Raggiotti en el corto papel de Fenena: la anterior visita a Logroño fue cantando nada menos que Carmen y se notó la calidad. Su enamorado Ismaele fue bien atendido por el tenor italiano Giuseppe Talamo, aunque con una voz de no mucho interés. Los tres papeles secundarios estuvieron muy bien cantados: el bajo Riccardo Bosco lució bonita voz como Gran Sacerdote de Baal, la soprano Leonora Ilieva hizo una buena Anna y el tenor Rosario Cristaldi un correcto Abdalo. Mención especial merece el Coro Lírico Siciliano que estuvo bravísimo en sus numerosas intervenciones; con poco más de dos docenas de valientes cantantes, parecía un nutrido orfeón, que dio la talla sin desmayo en sus números más comprometidos, incluyendo un vibrante «Va pensiero», tan esperado por todos. ¡Bravo! La orquesta también estuvo espléndida, con magníficos solos en los momentos precisos. La dirección escénica a cargo de Roberta Matelli funcionó bien, el vestuario de Abigaille claramente destacable y la dirección musical de Martin Mázik al excelente nivel que nos tiene acostumbrados.
Tengo que expresar mi más sonora protesta por no facilitar un programa de mano a los espectadores. No hay razón alguna, sanitaria o no, para no hacerlo, excepto la tacañería. Me parece una falta de respeto al público y también a los artistas, que quedan en el más triste anonimato. Dos minúsculos códigos QR medio escondidos, que había que buscar con ahínco, era la mísera información disponible para muy pocos. Mal, muy mal..
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