Los comentarios vienen insistiendo –escribí hace diez años– en que el secuestro y el asesinato de Miguel Ángel Blanco marcaron un antes y un después en la historia de ETA y de la actitud de la sociedad española y vasca». Son palabras que resonaron aún ... con más fuerza en la conmemoración de Ermua el domingo. No era momento para polémicas y el sentido unitario pareció prevalecer entre los distintos oradores.
Publicidad
En una brillante intervención, Felipe VI insistió una y otra vez en la vigencia del «espíritu de Ermua», tema del que Ortuzar había huido como el gato del agua fría cuando se lo preguntaron minutos antes. Vigencia de Ermua significa mantenimiento de los valores y de las actitudes inequívocas frente al terrorismo, frente a ETA. En un discurso bilingüe, Urkullu puso de relieve la exigencia de conocer la verdad y de mantener la esperanza. Pedro Sánchez, por su parte, con un hábil recorte personal, evitó responder a la exigencia formulada por Marimar Blanco respecto de su alianza con Bildu y, al igual que en estas páginas, presentó la reacción unitaria, social y política frente al crimen como punto de partida para la derrota de ETA. A partir de aquí emerge el argumentario del PSOE, celebrando la unidad exhibida para de inmediato descalificar la crítica del PP a la ley de Memoria Democrática.
Tzvetan Todorov llamaba a eso «la infracción al orden»: eliminar componentes de un relato, imprescindibles para su comprensión. Ese balance idílico de Sánchez y de Urkullu habría debido sustentarse en un cambio político radical de los partidos democráticos después del crimen y, de cara al presente, en una decidida condena del terrorismo por quienes son hoy los sucesores políticos del binomio ETA-Batasuna. No sucedió así en ninguno de los dos casos.
Con la excepción del PSOE, ya en 1997 uno tras otro los partidos se fueron descolgando del pacto unitario tras la muerte de Miguel Ángel Blanco, IU en primer término –por cierto, ¿dónde estaban el domingo Yolanda Díaz y Podemos, pues la asistencia era libre?–, con el respaldo indirecto de personalidades como Vázquez Montalbán y Herrero de Miñón.
El silencio sobre el 'posErmua' en el discurso oficial de la conmemoración sirve como cortina que encubre la durísima realidad vivida en Euskadi por quienes seguíamos siendo víctimas potenciales y también para olvidar el túnel político creado por el PNV al abjurar del espíritu de Ermua y sellar con el brazo político de los asesinos el Pacto de Lizarra, con el plan Ibarretxe como mascarón de proa. No se trata de acusar al PNV de hoy; solo de recordarle un pasado incuestionable, que culminó en su enfrentamiento liderado por Arzalluz a la manifestación democrática y a las 'manos blancas' que acudieron a Vitoria tras el asesinato de Fernando Buesa. Las hemerotecas y los archivos visuales están ahí para fundamentar una visión del pasado, que sin duda sería menos gratificante para el nacionalismo y para los propios ciudadanos demócratas que hubieron de retroceder con la resaca que siguió al primer sobresalto de la movilización general. Tal vez me equivoque, pero no creo que para el ermuarra Imanol Arias fuesen todo felicitaciones tras pronunciar el «ETA kanpora!» en la gran manifestación de Madrid.
Publicidad
Tanto de cara al futuro como para enjuiciar las actitudes del día, es preciso tener en cuenta que el relato oficial sobre el terrorismo de ETA incurre cuidadosamente en idéntica omisión. Ahí está el Memorial de las Víctimas para probarlo. Nada se dice sobre los fundamentos ideológicos de ETA, nada sobre las oscilaciones del PNV respecto a las acciones y las propuestas de los terroristas, menos que nada sobre su actitud de condena frente a asociaciones como ¡Basta ya! En el estupendo artículo de Raúl López Romo 'El odio que no cesa', punto de partida de mis anotaciones, hay una lógica defensa de la institución a la que pertenece. Ciertamente el Memorial no denuncia a quienes lo criticamos, pero tampoco abre el menor espacio en su marco para debatir sobre asuntos esenciales como los citados. Versión oficial, y basta. Hay demasiada «infracción al orden» en tal actitud para aceptarlo.
Porque las víctimas son muy importantes, claro, pero no deben quitar el protagonismo debido a los victimarios que las causaron, a ETA y a sus protectores, cuyos herederos –con el último jefe de ETA al frente– y cuyos aliados políticos se escudan tras el hecho de que Bildu es partido legal en democracia. Hablan también de la necesidad, compartida por PNV y PSOE, y presente en casi todos, de reconciliación. Solo que Bildu falta a la cita, en contra de lo que pensamos aquellos que escribimos a favor de su legalización.
Publicidad
Primo Levi nos lo recordó más de una vez: no cabe confundir la adecuación del fascismo a la democracia con su conversión sincera a la misma. Resurgirá, y esto hay que contárselo a los jóvenes vascos por encima de las bellas invocaciones al «respeto», «la convivencia», «la paz». Basta con ver la actitud solapada de Bildu frente al acto de Ermua y casi ante las agresiones de Pamplona para comprobar que el espíritu de ETA sigue vivo. Frente a él no caben oportunismos para salvar un Gobierno: solo mantener la lealtad al espíritu de Ermua.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.