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La vida es puñeteramente irónica. A veces, con saña y mala baba. Mucha. No puede atribuirse a otra circunstancia que el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco coincida con la resaca electoral del País Vasco. Supongo que el concejal de Ermua y su espíritu ... caen un poco más en el olvido estos días tras ojear los resultados obtenidos por los 'abertzales' en el Parlamento de Vitoria.
No les ha salido mal la jugada a Bildu y sus secuaces. En poco más de dos décadas han logrado que más de un cuarto de los vascos se olviden de quiénes son y qué hicieron.
Es algo que me desconcierta y me repugna. Por no decir más. El blanqueamiento político al que Sánchez y sus socios han sometido al partido heredero de Batasuna merece su espacio en las tesis futuras. O debería. Por insólito. Que un partido de la izquierda radical, que públicamente homenajea a etarras fallecidos, que no condena explícitamente la violencia y que se arroga la autoridad moral de acusar a otros de opresores, amén de contar en sus filas con terroristas exconvictos y demás calaña, debería estar sometido a un cordón sanitario sin paliativos.
No deja de resultar (de nuevo) irónico que a la izquierda democrática de este país se le llene la boca con apartar de la vida pública a Vox por encarnar ideales de la extrema derecha, pero a la vez pacten sin sonrojo con quienes defendían sus ideas con verdugos y pistolas.
Son cosas de nuestra curiosa memoria histórica, tan parcial e injusta. Suerte que aún quedan (quedamos) algunos que no olvidan la sangre vertida.
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