El oficio de la verdad

Ernest Hemingway

El maestro Gabriel García Márquez, para quien el periodismo es el mejor oficio del mundo, sabía lo que se traía entre manos, siempre ocupadas con lápices, plumas y bolígrafos; blog de notas y grabadoras o tecleando compulsivamente la máquina de escribir. Era consciente el Premio Nobel de Literatura de que para ejercer esta profesión el 'atrevido' debía de estar hecho de una pasta especial: «Nadie que no haya nacido solo para eso y esté dispuesto a vivir solo para eso podría persistir en un oficio tan voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede ni un instante de paz mientras no vuelva a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente».

Como en tiempos de Heródoto, cronista de la antigua Grecia y, para muchos, el primer periodista de la historia, o en la época de los gondoleros del siglo XVII, que traían y llevaban las noticias en hojas manuscritas y las vendían por una gazzetta –la moneda de menor valor de la República de Venecia–, el periodismo ha convivido y evolucionado con la sociedad que habita, adaptándose a cada circunstancia, a cada cambio social, cultural y tecnológico.

Mientras no se extingan la letra impresa, la imagen (fija o en movimiento), las ondas hechas palabra, las pantallas... siempre, siempre, habrá un periodista que siga buscando la verdad, aunque fastidie a dogmáticos e incomode a poderosos.