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«El odio es la venganza de un cobarde intimidado» (G. Bernard Shaw)

Cuando Constantino 'el Grande' decretó el cristianismo como religión oficial del imperio romano se topó con bandas de teólogos enfangados en furibundas e interminables discusiones dogmáticas sobre la trinidad de Dios ... y la ousía (sustancia o naturaleza) de las tres personas que la formarían. Para imponer la unidad, en el año 325, el emperador encerró a trescientos obispos en su palacio de Nicea (hoy Iznik, Turquía) y les dijo: de aquí no salís hasta que me creáis, no me importa en qué, pero todos en lo mismo. El resultado del célebre concilio fue el Credo que todavía recitan los fieles católicos, aprobado tras apasionadas trifulcas entre unos prelados tratados a cuerpo de rey. Cuando en una de ellas el alejandrino Arrio defendió su tesis subordinacionista (el Hijo fue creado por el Padre y por tanto no puede compartir su naturaleza), Nicolás de Bari lo derribó de un puñetazo y su doctrina, el arrianismo, fue declarada herejía y, por tanto, objeto de persecución por quienes años antes habían sufrido la de Diocleciano.

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larioja Odium politicum