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Apartir de las 19 horas de hoy la Filmoteca Rafael Azcona propone, en uno de sus epígrafes fetiche, película de culto, la proyección de 'Vértigo' (1958), de Alfred Hitchcock, sin duda, uno de sus trabajos más elaborados y sugerentes. Una cima de la historia del ... cine y una pieza compleja arremolinada sobre una subyugante obsesión sobre las mujeres.
No hace mucho traía a esta columna 'Con la muerte en los talones', la esencia de la intriga; ahora, en un plano mucho más retorcido, la apoteosis de la idealización. Una carga psicológica y simbólica conducida por el cineasta británico a cotas muy altas de fascinación y turbación sexual. Un torbellino de claves alrededor de una enigmática mujer que se convierte, primero, en objeto de deseo y, después, en una presa manipulada a merced de un hombre atormentado.
La renuncia de la actriz Grace Kelly a continuar su carrera artística y su fuga al pequeño principado monegasco causó en Hitchcock una profunda consternación en su inclinación a fraguar una idolatría perversa por las rubias. Kelly representaba un manojo de claves para sus fijaciones. Tuvo que buscar nuevos rostros para seguir labrando su particular psicosis. Encontró en Kim Novak un ideal a su gusto y figura adecuada para el exigente ritual de 'Vértigo'. La dual presencia de la joven actriz encajó como anillo al dedo y arrolló en la pantalla con un magma que dejó entre dos aguas al perplejo policía, Scotie Ferguson, encarnado por James Stewart.
Ferguson es un hombre acomplejado a causa de su trastorno. Su confusión aumentará con el encargo de seguir a Madeleleine (Novak), una mujer, al principio misteriosa e impenetrable, a la que verá morir para luego encontrarse un duplicado de la misma imagen. Para que no suceda un cambalache el policía decide controlar la reencarnación. Y Hitchcock aprieta la clavija psicoanalítica y la resuelve con recursos expresivos y técnicos arrebatadores.
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