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Acabo de ver al mismo tiempo, alternando una con otra, dos buenas series, una de ficción y la otra documental. Y por sus personajes, tramas (nunca mejor dicho en su acepción de dolo) y esa manera de verlas, me parecía a veces que ambas eran ... ficciones o las dos documentales. La ficción es 'Venga Juan', tercera temporada de las andanzas y vaivenes del inefable político Juan Carrasco (gran construcción de personaje de Javier Cámara), debida a Diego San José. La documental es 'El pionero', de Enric Bach, que trata del ascenso, auge y caída de Jesús Gil, un personaje no menos inefable pero real, aunque cueste creerlo en muchos momentos por la parafernalia que se permitía y por lo que se atrevía a decir en público. Ambos personajes tienen puntos comunes, los más negativos, y si se hubieran conocido se habrían dado la mano. La diferencia esencial es que Carrasco es tonto y Gil era listo, aunque quizá no tanto como creía, lo cual revelaba en las inmejorables valoraciones que hacía de sí mismo.
La sátira política que se desarrolla con la historia de Juan Carrasco es tan divertida como demoledora. Para el que fue marioneta o cabeza de turco, según se dictara, de su innombrado partido (aunque reconocible PP), el pasado vuelve por el descubrimiento de sus repetidas prevaricaciones y aceptación de sobornos cuando era alcalde de Logroño. Si en las primeras temporadas la carga esperpéntica era mayor, en esta, centrada en los desesperados intentos de Carrasco por evitar la entrada en la cárcel, apenas ha hecho falta. Vemos en los medios de comunicación, sentados en el banquillo de los acusados, a políticos y empresarios corruptos de características tan caricaturescas y exageradas como los que desfilan por la serie.
El retrato de Jesús Gil, promotor inmobiliario, plenipotenciario alcalde de Marbella y dueño del Atlético de Madrid, se hace a través de los testimonios de sus hijos, hermanos, enemigos, amigos, ediles, periodistas y el fiscal anticorrupción que lo investigó. El documental deja al espectador el juicio sobre el excesivo personaje. El fiscal sí está convencido de su culpabilidad de corrupto aún más allá de lo que se probó. Y un periodista hace una interesante reflexión: que a quienes entran en la espiral de una continuada corrupción los acaban pillando porque nunca consideran que ya tienen suficiente y no saben parar. Me quedo con una imagen de 'El pionero': el programa de televisión del enorme Gil en un 'jacuzzi', con el micrófono prendido en el calabrote de oro del cuello y rodeado de chicas en bikini que le ríen las grasientas gracias que suelta a la cámara.
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