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Los colegas de la Asociación de la Prensa de La Rioja, inasequibles al desaliento, han vuelto a entregar sus premios Gran Reserva y Fuera de Denominación. Un inveterado vestigio de cuando Internet no había emponzoñado este oficio, que se engrasaba con cafés, vinos, cigarros y ... relaciones personales, buenas y malas, entre el periodista y el resto. El resto eran los políticos, los policías (y algunos ladrones) y los futbolistas (el deporte casi que acababa ahí). Y pare usted de contar. Así hasta que llegaron los gabinetes de prensa, las oficinas de comunicación, los asesores y todo ese mecanotubo por el que tratan de embutirnos en un encefalograma informativo plano. El nuevo periodismo de Tom Wolfe era otra cosa, me temo. A los periodistas nos sobrarían razones para hacérnoslo mirar. Y nos faltaría, y que mis compañeros disimulen, intensidad en la autocrítica. El periodismo gran reserva no es posible sin periodistas, gritamos. Pero el periodismo fuera de denominación que quieren quienes manejan el cotarro, me temo que sí.
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