El pasado 13 de agosto, Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) anunciaron un acuerdo para normalizar las relaciones diplomáticas a cambio de que Israel suspendiera un controvertido plan para anexionarse varios territorios de la Cisjordania ocupada. Este acuerdo hace de los Emiratos el tercer país árabe que normaliza sus relaciones con Israel, después de Egipto y Jordania. Finalmente, ayer, el emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos, Khalifa bin Zayed Al Nahyan, levantó por decreto el boicot a Israel establecido por una ley de 1972 y eliminó por tanto las sanciones derivadas de la violación de esta ley, como un paso más para consolidar la plenitud de las relaciones. Hay indicios de que otros Estados árabes de la zona podrían seguir los pasos emiratíes, que pueden verse favorecidos con acuerdos militares con Washington. Este acercamiento, bueno para Israel y fraguado por Donald Trump, contribuye a debilitar el criterio que regía hasta ahora de que la paz entre el Estado hebreo y los países árabes llegará cuando sean reconocidos los derechos de los palestinos y, concretamente, se les dote de un Estado soberano en armoniosa convivencia con Israel.
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